A la herencia que no renunciamos

A la herencia que no renunciamos

Definitivamente, los principales dirigentes del PLD no entienden la coyuntura política que está viviendo esta sociedad, no entienden los múltiples factores que se han conjugado para motivar las actitudes y posiciones políticas de muchos de quienes de  manera activa y con responsabilidad participamos en ella. No entienden que en toda  sociedad, particulares circunstancias rompen la hegemonía que sobre un determinado segmento de la población ejerce una fuerza política.

No comprenden la crisis provocada por la profundidad del hoyo fiscal creado por el anterior gobierno, dejado como herencia al presente, que las circunstancias que lo produjeron, junto a la urgencia de colmarlo con el paquetazo fiscal, en su contenido y forma de ejecutarlo, han creado una súbita coyuntura política que punta con una potencialidad que podría crear otro régimen político en el país.

No entienden que a las calles han descendido nuevos actores sociales, que con sus protestas condenan una estructura de poder que  lleva este país hacia el despeñadero, conectándose de ese modo con otros actores y sujetos sociales y políticos que en tiempos recientes y remotos hemos  impulsado diversas acciones para construir una sociedad cimentada en los principios de la libertad, la igualdad de oportunidades, la inclusión social y la defensa de nuestros atributos naturales, históricos y culturales.

El impacto de la confluencia de esa diversidad de generaciones de actores y sujetos sociales y  políticos  no  lo detienen la sordidez de las descalificaciones y amenazas propaladas contra ellos por los principales dirigentes del partido de gobierno.

No comprenden que gran parte los jóvenes que promueven las protestas y que pusieron sus cuerpos como barrera para detener el avance de los tractores y las “come solas”, con los que se pretendía destruir los Haitises, siguieron la herencia dejada por los luchadores contra la dictadura de Trujillo, y contra los crímenes selectivos de los cuerpos represivos de  Balaguer.

Constituye una miopía de algunos y una sinvergüencería de otros (las bocinas), calificar de “campaña mediática” la denuncia de las violaciones a la ley, de la impunidad y la corrupción llevada hasta la náusea por el pasado gobierno, porque la lucha de muchos de nosotros viene de lejos.

Periodistas como Juan Bolívar Díaz han resistido atentados y no ceden; dirigentes revolucionarios como Iván Rodríguez, Fidelio Despradel, Luis Gómez, han soportado cárceles y persecuciones sin cejar en sus luchas, como tampoco cejarán jóvenes insobornables como Olaya Dotel, Mundaray, Galván, entre otros animadores de las protestas.

En mi caso, vengo de un respetado hogar antitrujillista, cuya casa fue una de las tres que en Villa Juana y La Fe fueron rodeadas y apedreadas por los paleros trujillistas en 1961, militante socialista por más de cuarenta años. No  callaré por el ruido de las bocinas gobiernistas ni por las amenazas de ningún torpe y  deslenguado funcionario de este ni de ningún gobierno o partido, sean éstos nacionales o extranjeros.

La lucha por la libertad, contra el hoyo fiscal, la impunidad y las consecuencias económico/sociales del paquetazo fiscal no se detiene con tanta torpeza. Esa lucha es  impulsada por una juventud que no renuncia a la herencia de lucha por la libertad legada por pasadas generaciones.

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