A la muerte de Cuchito

A la muerte de Cuchito

Me había prometido a mi mismo no escribir nada a la muerte de Cuchito, y no lo haré. Por mí y con sus palabras hablará mi padre, que cultivó con él una fraternal amistad, de la que fui honrado como heredero, amistad nacida de la común afición por  la crónica y la actividad deportiva y  la dilatada carrera que mi padre desarrolló como servidor público, mereciendo el favor de  Don Cucho y de Don Virgilio Álvarez Sánchez,  mientras Cuchito crecía haciéndose querer y ganando un respetable espacio como ciudadano y como periodista de fuste,  apegado  a los mejores intereses de la nación.

A la muerte de mi padre, desde la dirección del periódico Hoy, Cuchito escribiría lo siguiente: “El doctor Luis Scheker Hane fue un ciudadano ejemplar. Su vida pública y privada constituyen pruebas palpables de una extraordinaria vocación de servicio y del cumplimiento del deber. Formó una familia cuyos miembros son estimados y respetados…, e hizo de la amistad un verdadero sacerdocio. …Se caracterizó por una honradez acrisolada. Fue recto todo el tiempo, sin ser arbitrario. Rendía por capacidad y no necesitaba, por tanto, ser prepotente. La sencillez era una de las grandes virtudes que le adornaba, por eso se le recuerda con cariño…”

Cuchito, al caracterizar generosamente a mi padre no sabía que hacía un autorretrato de si mismo.

Papá no  hubiera podido trasmitir sus sentimientos y  decirlo con mejor estilo ni con mayor verdad si le hubiera correspondido rendir las exequias a su fraterno amigo. Por eso quiero rendirle  tributo en su nombre  y en el mío propio con  sus propias  palabras, las  que Cuchito le tributara a mi padre el día de su partida.

Adiós Chacón, y hasta siempre.

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