A la sombra de un estadista de 1982-1986 (3)

A la sombra de un estadista de 1982-1986 (3)

El 16 de agosto de 1982 se juramentó como presidente constitucional el doctor Salvador Jorge Blanco que, con su campaña de manos limpias, atrajo al electorado en un masivo apoyo y gracias a su instrumento operacional de Moderno, preludio de lo que serían otras organizaciones similares.

La ceremonia se realizó bajo las nubes del martirio del presidente Guzmán, que 43 días antes se había suicidado atolondrado ante los rumores de que el nuevo presidente lo perseguiría a él y a sus más allegados familiares y colaboradores, para conducirlos a la cárcel.

De inmediato, los perredeístas dieron inicio al gobierno típico de ellos, sumergiendo al país en una alocada carrera de sus diferencias partidarias, aumento de los gastos corrientes, dejando poco para las obras de capital y demostrando que no les interesaban, ya que al poco tiempo de la administración anunciaban la resiliación, como se le llamó a la rescisión del contrato que existía con la poderosa empresa mejicana de construcción ICA, afiliada localmente a Controbas, que tenía a su cargo la construcción del sistema de canales de riego en la zona del río Yaque del Norte. Eso penalizó el país con el cierre de los negocios con México, en especial de su petróleo y otras importaciones mejicanas.

En abril de 1984 estalló una poblada cívica que conmovió al país y obligó al gobierno a lanzar a las calles a las tropas militares, que por varios días lucharon para controlar el ánimo enardecido de la ciudadanía a raíz de las alzas de los artículos de consumo y de impuestos por las restricciones por el acuerdo Stand By que se firmó con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para llevar orden a la desacertada política económica que conducía al país al descalabro.

El país estuvo abrumado por las ambiciones de los perredeístas, que ubicados en bandos antagónicos e irreconciliables conducirían al PRD, escindido en varios grupos, a una derrota electoral en 1986. Sin embargo, el país continuaba con fuerzas en el sendero del desarrollo y la fisonomía de las principales ciudades continuaba cambiando, en donde ya era innegable el blanqueo de los capitales provenientes del narcotráfico, puesto que este país del Caribe era el puente más seguro para su trampolín a Estados Unidos.

El país continuaba su marcha progresista; nuevos hoteles se inauguraban en Puerto Plata y Bávaro; Casa de Campo se consolidaba como un resort muy exclusivo y ofrecía sus servicios a una masa creciente de turistas. En 1984, después del tormentoso abril, se celebraban los Juegos Centroamericanos en Santiago y el papa Juan Pablo II visitaba por segunda vez al país para dejar abierta la novena de años que culminarían en 1992 con la celebración del Quinto Centenario del encuentro de dos culturas. El número de peloteros aumentaba en las nóminas de los equipos de Grandes Ligas y más sectores pobres emergían de la pobreza gracias a las aptitudes naturales de sus hijos para el deporte rey.

Las costumbres sociales de los dominicanos se iban transformando y el núcleo familiar perdía su esencia de años para dejar abierto el sistema de deterioro con los miembros adultos de la familia trabajando en producir lo suficiente para las apariencias sociales, la educación, la comida, las medicinas, los hijos soltados en banda y algo extra para cubrir el afán social que ya carcomía a los dominicanos, y más por las ostentaciones que se veían con el dinero fácil proveniente del negocio de las drogas.

Los sucesos de abril de 1984 sacudieron al gobierno de tal manera que al poco tiempo se desataban los amarres de la honestidad y cayeron en un sendero de la corrupción que no se pararía hasta el final del mandato de este segundo gobierno del PRD y luego algunos fueron encarcelados. Los negocios corruptos más descarados se llevaban a cabo a la sombra del poder y los perredeístas se dividían en facciones que asegurarían su derrota en 1986.

El licenciado Majluta, atrincherado en el Senado como presidente, le hizo la vida imposible al doctor Jorge Blanco y casi ninguna iniciativa ejecutiva tuvo aprobación congresual, de manera que el torpedeo entre los compañeritos afectó la vida institucional de la nación, en donde muchos sectores se apartaban de esa enconada lucha política para sostener al país en un sendero de progreso, que avanzaba gracias al turismo e industrias básicas, atraídas por el clima de inversiones en el preludio de las elecciones de 1986.

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