A lomo de Rocinante El Metro, a menos  

A lomo de Rocinante El Metro, a menos <span></span> 

FEDERICO JOVINE BERMÚDEZ
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En Santo Domingo los temas considerados nodales llegan a manejarse en la palestra pública con un desparpajo tal que a veces pienso si los extranjeros que nos visitan, pasan por nuestros aeropuertos o simplemente leen las páginas Web de nuestros periódicos, creerán que los dominicanos carecemos de honor y de dignidad.

Son incalculables tanto la historia como el costo de los proyectos fracasados pero cuando hablamos de proyectos fracasados, no estamos describiendo a los que se quedaron en el tintero o en la mente de su creador.

No, hablamos de aquellos que por agotamiento presupuestario se quedaron sin fondos ya que éstos parecen haber tomado un mejor camino. Cualquier pelafustán desestima o «escoge» el que sería el mejor proyecto del mundo de acuerdo a la forma de sacarle su manteca. A propósito, ¿cuánto se habrá gastado en el canal Yaque del Sur-Sábana de Sansón? ¿En el Invi de la Charles de Gaulle? ¿En el desagüe jamás terminado de la Núñez de Cáceres-Malecón? ¿O en la Jacobo Majluta?.

Me declaro opositor a la construcción de dicho Metro, no sólo porque no es viable sino porque creo que a pesar de los cientos de millones que totalizará su inversión y que pagaremos (varias veces) todos los dominicanos sólo servirá para agilizar el transporte de vendedores de pollos, chicharrones, huevos, friquitaquis, tarjetas de llamadas, flores, piezas de celulares, perros de raza dudosa y de cuantas cosas fueren y aparecieran provenientes del Up Town en que se habrá convertido The Mella Village, y esto por sí solo no lo justifica a pesar de la tasa de elevado crecimiento que poseen estos rubros a punto de cotizar hasta en el Stock Echangue de la ciudad de New York.

Habrá pensado el ingeniero Diandino Peña el caos que de seguro será generado a boca de salida en cada una de las estaciones programadas por las flotillas de los autos de alquiler, carros de concho, taxis, motoconchistas, operadores de voladoras, Fenatrado, Fenatro, Fetrupi, Omsa, etc., luchando a brazo partido por el botín representado por todos y cada uno de los 90 mil pasajeros/hora estimados sólo en dirección hacia el Down Town es decir, del tránsito longitudinal hacia la parte baja de la avenida Máximo Gómez-Feria, a través del monumento levantado a la Totuma de Francesca.

Qué profundidad tendrá la gran terminal a habilitarse en el subsuelo de estas avenidas, bajo las plantas físicas de las pesadas moles de la Dirección de Bellas Artes, de la Secretaría de Estado de Educación y Cultos, o tal vez del mismo Teatro Nacional porque de seguro que la proximidad del mar producirá infiltración de agua a determinados niveles, como ha ocurrido en recientes excavaciones realizadas frente al litoral.

Además, quién garantiza el orden público bajo el subsuelo evitando los asaltos y los horripilantes crímenes que serían cometidos por un nuevo tipo de bandido que conocedor del trazado íntimo del Metro se desplazará bajo tierra robándose las señales, las farolas, los controles, los trenes, los rieles, los sistemas de frenado, los asientos, los vagones, los cristales, los cables, etc., y etc., tal y como lo viven haciendo en la superficie a plena luz del día, ante los complacientes ojos de las autoridades.

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