Don Antonio Guzmán Fernández, de cuya muerte se cumplen  29 años,  es el primer presidente del país que cede la candidatura a otra figura del mismo partido. Es, además, el tercer gobernante constitucional en la moderna democracia dominicana establecida  a partir de 1961.

Guzmán se suicidó en  Palacio Nacional en la madrugada del 4 de julio de 1982, luego de un agitado día que comprendió viajes desde y hacia   Palacio y   la casa veraniega de Juan Dolio. En los periplos  estuvo acompañado  de Ramón Oscar López, el encargado de la finca “Bobita”, propiedad del mandatario y ubicada en Río San Juan. Fue llamado por mediación del Jefe de los Ayudantes Militares, general Nabuconodosor Páez Piantini.

Previamente Guzmán había comunicado a Ramón Oscar  que se reunirían en horas de la mañana  del sábado 3, en  Río San Juan, pero la programación fue variada por el gobernante. (Ramón Oscar era administrador de las propiedades rurales de Guzmán y estaba ligado a él desde que presidía la empresa Veterinaria del Norte).

El Presidente cambió de planes y decidió ver a su hombre de confianza   en Juan Dolio, lugar  donde pocas veces acostumbraban  a verse los sábados, ya que ese día siempre López que se mantenía en la finca para cumplir compromisos de pagos y otras actividades normales. López recuerda que el presidente le insistió que se presentara a Juan Dolio, donde quería verle. Enfáticamente Guzmán recomendó a su encargado “Vete a la finca y realizas el pago y avísame la hora en que podemos vernos el sábado en la tarde”. Ambos se juntaron a las 5:30 de la tarde de ese día.

 Mientras recorrían los establos   el presidente mostró a Ramón Oscar su caballo “Santiaguero”, un precioso equino que le habían regalado los militares el día de su cumpleaños. Más adelante el mandatario invitó a su subalterno a que lo acompañara a Palacio. Con una discreta escolta   salieron de Juan Dolio próximo a las 6:00 de la tarde.

En el trayecto fueron conversando cosas que el Presidente sentía y que según sus propias palabras “lo mantenían decepcionado. Trataron  de traiciones de gente cercana, de las lacras existentes en la política vernácula y otros aspectos generalizados  que habrían decepcionado al gobernante”, según narraciones de Ramón Oscar, contenidas en el libro “Los que Mataron a Antonio Guzmán”, del periodista Carlos  Cepeda.

Instalado en sus oficinas de Palacio,  a eso de las 8:00 de la noche, Guzmán llamó al secretario de las Fuerzas Armadas,  General Mario Imbert Macgregor, que se encontraba  en Constanza, quien inmediatamente acudió al requerimiento.  También llamó al coronel Braulio Álvarez Guzmán, que junto al   asistente policial, coronel Pimentel Castro, penetraron al despacho del gobernante, quien se mantuvo taciturno e intercambio contadas palabras con los militares.   Luego  llegó el general de Ejército, Braulio Álvarez Sánchez.  Pimentel, yo estoy sorprendido  que el Presidente no nos haya dicho nada, y que  sólo se limitara a preguntarme por la familia”, expresó el coronel Álvarez Guzmán.

Ramón Oscar revela que como la hora estaba avanzada, por   vía telefónica,  la esposa del Presidente,  doña Reneé inquirió desde Juan Dolio las razones por las cuales  no retornaban. “El Presidente Guzmán  está a punto de salir”, respondió a la primera dama su nuero,  José María Hernández, secretario Administrativo,  que se encontraba en su despacho de Palacio.

Cuando tocaron  el timbre  para la salida de la escolta, como era de costumbre, Ramón Oscar bajó al primer piso y cuando  se proponía ocupar el vehículo  del secretario  Hernández, para regresar a Juan Dolio, “sonó un disparo y segundos después llamó el coronel Pimentel  anunciado la   desgracia: “El Presidente se pegó un tiro”,  fue la única frase que el oficial pudo articular.

José  María salió disparado a buscar a Sonia y doña Reneé, mientras Ramón Oscar y los generales Imbert y Piantini, y  otros militares  corrieron con el Presidente, en su limusina hasta  al hospital militar, gravemente herido.  Allí falleció.

Sobre Guzmán

Nació en La Vega  en 1911 y murió a los 73 años   Fue electo para el período 1978-82, pero se suicidó 43 días  antes de cumplir su mandato. Completó el vicepresidente,   Jacobo Majluta, que transfirió el mando al doctor Salvador Jorge Blanco, electo en las elecciones del 16 de mayo del 82. Su gobierno  puso énfasis en la despolitización de las Fuerzas Armadas.