A los conspiradores intrépidos

A los conspiradores intrépidos

Distinguidos y poderosos conspiradores contra las plantas a carbón, parafraseando a medias a Neruda en su Versainograma a Santo Domingo: “perdonen si les digo algunas locuras” en esta ocasión.

Con el permiso de nuestro poeta nacional, “yo sé que son ustedes todo un triunfo formidable” diseñado en condiciones tales que pueden resistir las posiciones más patrióticas que contra sus intentos desestabilizadores se levanten.

“Yo sé que” sus epígonos son muchos, como muchos son los miles de millones de dólares ganados por ustedes en sus lacerantes actividades energéticas durante los últimos tres lustros.

“Yo sé que cuando suenan sus públicos cañones” pecuniarios, “huyen como palomas o gallaretas” los políticos, empresarios, funcionarios y todos los lacayos apologistas de tan baja causa.

“Yo sé que ustedes son un sector todopoderoso”, que a pesar de ser un reducido grupo, han sido capaces de penetrar todos los poderes del Estado e imponer su voluntad en ellos.

Yo sé que en muchas ocasiones en los despachos de ustedes se han redactado leyes, decretos, sentencias, resoluciones y reglamentos que luego han sido oficializados con el sello gomígrafo de las instituciones públicas correspondientes.

Pero ustedes han iniciado un verdadera conspiración contra un proyecto de Estado y de la misma manera que lo hicieron en ocasiones anteriores, “solamente por miedo”. Sí, “solamente por miedo” a que sus obsoletas unidades de generación eléctrica sean desplazadas por unidades energéticamente eficientes.

Conspiran “solamente por miedo” a que este país que ha sufrido tanto las anteriores y exitosas tramas encausadas por ustedes, reciba electricidad en las condiciones que el pueblo merece.

“Oh, conspiradores intrépidos”, cuanto daño le han causado a este pobre pueblo. Cuantos hospitales y escuelas se han llevado ustedes entre sus uñas a sus casas matrices. Cuantos deseos tengo de decirles “Váyanse al favor del diluido viento”.

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