La gesta libertaria fundamental del último medio siglo dominicano ocurrió un día como hoy. En 1961 la Patria necesitaba un acto de extrema valentía en medio del apogeo de la barbarie trujillista, bajo una tiranía que no dejaba resquicio a expresiones que no fueran de sumisión al autócrata y que doblegaba las conciencias, incluso. Canfabularse para ajusticiar a Trujillo era desafiar a un monstruo político y militar difícil de imaginar hoy en día. Haberlo logrado costó vidas preciosas incluyendo a muchos que no tuvieron participación directa en el plan y fueron tocados por represalias de extrema crueldad. El homenaje a quienes hicieron posible esta gesta, que sirvió para refundarnos como nación y Estado, perdurará y debe fructificar en una adhesión irreductible a la libertad de la presente y futuras a generaciones.
Tomemos esta hazaña como fuente de inspiración para elevar la República a máximas condiciones de justicia y desarrollo, social y económico. Para consolidar instituciones y garantizar el bienestar de la mayoría de los ciudadanos. Rotas hace tiempo las cadenas de la dictadura y superadas las administraciones que hicieron perdurar perfiles del régimen descabezado, borremos a profundidad la ausencia de pulcritud en el manejo de los recursos del Estado y dejemos atrás los autoritarismos, sutiles o burdos, que retardan el avance de la sociedad hacia un pleno y provechoso ejercicio de la democracia.
Un correctivo para empeorar
El sistema energético sobrevive con distorsiones por retrasos en inversiones para superar el esquema de generación a base de combustibles fosiles; por el consumo masivo de electricidad hurtada; por contratos leoninos con proveedores y por alzas petroleras. El camino fácil es un alza tarifaria en junio que agravará los problemas del importante sector formal de la economía que integran productores, comerciantes y usuarios domésticos que se acogen a la facturación de sus consumos. Casi todos ellos sometidos a otros encarecimientos derivados de factores como los que obligan a disponer de plantas propias. Sectores que además se subordinan a impuestos y al peso de deficiencias de la burocracia estatal. En cambio los ladrones de luz, ricos y pobres, seguirán sin inmutarse y el FMI sonreirá mientras crece el endeudamiento externo y se postergan las medidas valientes que realmente se necesitan para poner la casa en orden.