A  los que no entienden nada

A  los que no entienden nada

En 1776, Adam Smith publicó su libro pionero “La riqueza de las naciones”. Entre 1867 y 1894, Karl Marx publicó “El Capital” y si bien es cierto que pocos lo han leído en su globalidad, sus aportes y  crítica al capitalismo siguen siendo verificables. En 1936, John Keynes publicó “La teoría general de la ocupación, el interés y el dinero”. Esos libros claves para los economistas lo son también para los ambientalistas de hoy, porque precisamente no hablan de la naturaleza como recurso natural y de sus tiempos.

La expansión de las empresas transnacionales, de los intercambios comerciales,  el consumismo, el uso cada vez mayor de combustibles fósiles y la emisión de gases en la atmósfera, las externalidades, los costos y beneficios sociales y privados; la contaminación y la degradación de los recursos naturales, erosión, salinización, pérdidas de la biodiversidad, enfermedades de los seres vivos, han llevado a un cuestionamiento de los diferentes modelos de desarrollo y los impactos que la intensificación de esos procesos generan en el medio físico-geográfico y en las sociedades. ¡Sencillo, no! Aparentemente.

Muchos profesionales de nuestro país desconocen que se está propagando en toda América Latina una asignatura “la economía ecológica” que se define “como de gestión de la sustentabilidad” y que aporta el marco metodológico, instrumentos teóricos, técnicos y prácticos que conllevan no solamente a un cuestionamiento sobre las formas de producción, transformación y consumo de la biodiversidad, sino a plantear alternativas de desarrollo consideradas imprescindibles frente a los impactos del cambio climático y a la justa reivindicación del desarrollo de los países del Sur.

Muchos, aún, no han entendido todavía que el manejo armónico de los hábitats y paisajes es una cuestión crucial para nuestros países. “El valor real de nuestra biodiversidad” o de un paisaje, es una asignatura a discutir y su conservación pasa a ser en definitiva un tema de desarrollo más que de conservación. Porque no se han respetado los tiempos que necesita la naturaleza para recomponerse, sufrimos hoy efecto invernadero, erosión, desertización y salinización de los suelos. La economía ecológica a través de su visión sistémica y transdisciplinaria trasciende, por lo tanto, la perspectiva del paradigma económico actual.

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