A medio siglo de la Gesta de Junio

A medio siglo de la Gesta de Junio

En 1959, cerca ya  de los treinta años  de existencia, la tiranía de Rafael Trujillo fue enfrentada por  valientes dominicanos y  extranjeros que arribaron, primeramente por Constanza, y días después por las playas de Maimón y Estero Hondo, con el propósito de liberar a esta nación y colocarla en  sendas democráticas y de justicia social. La poderosa maquinaria militar y de opresión  vigente ahogó en sangre aquel esfuerzo patriótico, del que sólo sobrevivieron  seis extraordinarios hombres. Aquel  sacrificio fue la semilla que  germinó al instante. Surgió el movimiento antitrujilista que honrando la fecha del desembarco produjo un dramático enfrentamiento entre gran parte de la sociedad dominicana y la maquinaria de la  despiadada dictadura. La bandera recogida en las montañas dominicanas estuvo en alto hasta el final de la oprobiosa  satrapía, con gran costo en vidas y sufrimientos.

La sociedad, consciente  de la trascendencia de esta  lucha, acuñó para los   mártires el título de  “La Raza Inmortal”. Los restos de la mayoría de los expedicionarios fueron, años después, rescatados de la fosa común  desconocida  a  la que fueron a parar los cuerpos tras las torturas y la ejecución cruel y masiva consumada por  jefes y esbirros de un régimen deshumanizado. La impunidad, de vieja data en este medio, dejó sin castigo el bárbaro tratamiento aplicado a  esos luchadores por la libertad.

Además de que la acción emprendida de manera desigual contra el tirano, estaba noblemente inspirada en ideales democráticos, expresados en el manifiesto que suscribían sus participantes de diversidad ideológica; ellos interpretaron fielmente las ansias de libertad de un pueblo sojuzgado. Pueblo que no por haberse libertado de Trujillo logró encaminarse rápidamente  hacia el respeto pleno de los derechos humanos y de atención  responsable desde el poder a los graves problemas sociales. Lo que  después ha venido para esta nación es un proceso de altas y bajas y de manifiestas debilidades institucionales.

El  sacrificio  por la libertad y la justicia de muchos dominicanos -pues más allá  de junio la opresión siguió y el ajusticiamiento del tirano también costó mucha sangre- llama a la conciencia de todos los que heredamos ese patrimonio de dignidad. Si hay algo verdaderamente inaceptable para esta nación sería el retorno del totalitarismo en cualquiera de sus formas.  Como sería también inaceptable que a  lo largo del  tiempo la democracia siga siendo una defectuosa  formalidad que no contribuye a la satisfacción de las necesidades, morales y materiales, de las mayorías.

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