A mi amada Ivelisse al segundo año de su partida

A mi amada Ivelisse al segundo año de su partida

Mañana se cumplen dos años que perdimos la batalla contra el cáncer, tras catorce meses de tratamientos fallidos, y partiste a los brazos del Señor, a la morada de los justos, dejando un vacío existencial en mi vida, el dolor inconmensurable de perder al ser amado y la angustia de saber que debo continuar sin tu amor y dedicación.
Fuiste más que una esposa; una amiga, una socia, consejera, confidente y una cómplice. Fuiste mi refugio en momentos de tempestades, mi ancla en momentos de veleidad y mi fortaleza en momentos de debilidad. Todo lo que he logrado en mi vida, material y espiritualmente se lo debo al Señor y el haber contado, durante 37 años y cuatro meses de casados y tres de novios, con una compañera, una mujer comprensiva, austera, dedicada y dispuesta a apoyar y trabajar en todos mis proyectos. Fuiste “la más bella historia de amor que tuve y tendré”.
Te extraño desde que amanece hasta que logro dormir. ¿Cómo no recordar tu beso de los buenos días y prepararme mi ropa para ir al programa? Me acompañabas cargando mi bulto del gimnasio y el beso de despedida, extraño las múltiples llamadas telefónicas cada día, la salida a un restaurante, ver televisión juntos, contarnos los acontecimientos del día, viajar solos al exterior, ir cada semana a Metro, compartir con hijos y nietos, hacer planes para el futuro, asistir a misa los miércoles y al final del día, agarrados de la mano, orar y dar gracias al Señor por los favores recibidos. Solo la muerte pudo separarnos.
Tus hijos nunca te olvidarán porque fuiste una madre abnegada, que se dedicó al 100% en los momentos de graves enfermedades de algunos, que sacrificó en muchas ocasiones necesidades propias para darles a ellos lo mejor. Partiste orgullosa de ellos. Tus nietos, a los cuales les diste tanto tiempo y amor, también te recuerdan. La pequeña Sophia, con apenas siete meses a tu partida, se refiere como “mi abuelita que está en el cielo”, Javier un día preguntó en nuestro hogar: “¿abuelo y abuela?”. Y Luis Alejandro nostálgico un día me dijo: “abuelo, te tienes que casar de nuevo, pero con una mujer como abuela”. Nicolás también hace referencias a ti.
Como fue tu meta, la unidad familiar ha sido preservada y fortalecida, mis hijos me han apoyado, como dignos retoños tuyos, también yo he intentado darles el apoyo emocional para que todos, sin olvidarte, podamos seguir adelante, ellos construyendo su futuro y yo sumergiéndome en los trabajos para aminorar el dolor de tu ausencia. Nuestro libro, “Yo Enfrenté un Cáncer”, inspirado por ti y tus recuerdos, y que fue posible gracias a la fortaleza que me dio el Señor, ha sido un éxito de ventas, ha ayudado a mucha gente que lo ha leído y permitido hacer, hasta ahora, una importante donación a la Liga Contra el Cáncer.
A dos años de tu partida sigues siendo, y lo seguirás, el centro de nuestros pensamientos y el centro de nuestro hogar y solo espero que el Señor, en su infinita misericordia, cuando llegue la última página de mi libro y deba partir a lo desconocido, me permita reencontrarme contigo, abrazarte, porque “tenemos que hablar de muchas cosas, compañera del alma, compañera”.

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