A mí amada Ivelisse en su cuarto año

A mí amada Ivelisse en su cuarto año

Ayer se cumplieron cuatro años que mi amada Ivelisse y nosotros perdimos la lucha contra el cáncer, pero en cambio ella logró el cielo, dejando un legado de amor, dedicación y entrega y aun, a la distancia del tiempo que borra la memoria, me siento agradecido del Señor por haberme dado por compañera una mujer con tantas virtudes.
Nuestra relación se inició un 16 de diciembre de 1973, cuando descubrimos que nos amábamos, tras habernos conocido unos meses antes. El 8 de enero de 1977 el Señor bendijo nuestra unión y la ceremonia se realizó en la entonces pequeña Capilla San Judas Tadeo, oficiada por el Sacerdote Amancio Escapa, posteriormente Obispo Auxiliar, sellando nuestras bodas con las palabras que nunca olvidare: “…hasta que la muerte los separe” y efectivamente solo la muerte pudo separarnos el dos de mayo de 2014 a las 5:50 p.m.
Ivelisse fue muchas cosas simultáneamente; además de una gran esposa, una amiga, una socia, consejera, confidente y una cómplice. Fue mi refugio en momentos de tempestades, mi ancla en momentos de veleidad y mi fortaleza en momentos de debilidad. Todo lo que he logrado en mi vida, material y espiritualmente, se lo debo al Señor y el haber contado, durante 37 años y cuatro meses de casados, con una compañera, una mujer comprensiva, austera y dispuesta a apoyarme en todos mis proyectos.
Aunque murió nuestra primera hija, Alejandra Ivelisse, el Señor nos premió con Ana, Carlos, Ramón y Alfredo; tus hijos nunca la olvidarán porque fue una madre abnegada, que se dedicó con valor y entereza en los momentos de graves enfermedades de algunos, que sacrificó en muchas ocasiones necesidades propias para darles a ellos lo mejor.
Ivelisse fue una madre a tiempo completo y hoy me siento orgulloso de nuestros hijos, porque resultaron una réplica del carácter de ella y lo que sembramos juntos, hoy ha resultado en una cosecha de hijos honestos, dedicados y los que hoy son padres y madres están transmitiendo los mismos valores que heredaron de nosotros y a su vez nosotros de nuestros padres.
El Señor le permitió a mi amada ivelisse disfrutar de sus nietos Luis Alejandro, Nicolás, Javier y Ana Sophia, y los que pudieron conocerla y tratarla, como los tres primeros, aún recuerdan a su abuela con nostalgia porque fue cariñosa y les dedicó mucho tiempo y atenciones aun en los meses aciagos de su enfermedad.
Como fue su meta, la unidad familiar ha sido preservada y fortalecida, mis hijos me han apoyado, como dignos retoños suyos, también yo he intentado darles el apoyo emocional para que todos, sin olvidarla, podamos seguir adelante.
Muchas cosas hermosas han ocurrido desde la partida de mi amada, mis hijos han prosperado, algunos han logrado adquirir viviendas más grandes y la familia se ha multiplicado, llegaron en noviembre los gemelos Mauricio y Marcelo, hijos de Mariu y Alfredo, Carlos y Jaqueli tendrán a fines de este mes, Dios Mediante a Diego, y Ana Patricia y Francisco tendrá un bebe o una bebe en noviembre.
Me siento privilegiado porque el Señor me regaló tu compañía durante 40 años, de amor, sacrificios, alegría, dolor, pero siempre amorosa, alegre y con una voluntad y fe que te permitió luchar contra el cáncer durante 14 meses sin quejarte y sin deprimirte.
Gracias a ti y tu inspiración hoy somos mejores seres humanos y estoy convencido de que, por tus buenas obras, eres un ángel en el cielo que está velando por sus hijos y nietos. Siempre te amaré y espero el Señor me permita volver a verte cuando llegue el final de mis días terrenales.

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