CMT son las iniciales del nombre de Carlos Morales Troncoso, actual Canciller de la República y presidente del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC).

También son las iniciales del compañero de boleta del doctor Joaquín Balaguer en ocasión de las elecciones presidenciales del 16 de mayo de 1986 y de 1990.

Así, como CMT, me refiero a él frente a terceros y como CMT le tengo registrado en mi aparato blackberry.

A CMT le guardo agradecimiento desde muy joven, ya que fue él quien me otorgó una beca para cursar mis estudios de Maestría en Estados Unidos hace 32 años y le aprecio aún más por el respeto y cariño que pone al descubierto cuando habla de mi padre Carlos J. Séliman, con quien desarrolló una sincera amistad.

CMT disfruta de un merecido prestigio como empresario de éxito y también como Canciller de la República, pero me preocupa el desenlace, los resultados y el destino de su buen nombre en sus funciones de presidente del Partido Reformista Social Cristiano. Allí tengo mis reservas, no por temor a su falta de talento (que lo tiene de sobra para salir airoso de esa encomienda), si no porque las circunstancias en que le ha tocado dirigir al PRSC le pueden fácilmente condenar a convertirse en la decepción de más de uno en las semanas iniciales del año 2012, amén de que algunos que comparten su misma mesa de dirección dentro de ese Partido se frotan las manos y apuestan con escaso disimulo a su fracaso como Presidente.

Por un lado CMT debe satisfacer los designios políticos del Presidente Leonel Fernández, de quien es subalterno jerárquico jurado, al tiempo que está obligado a someterse al mandato de las resoluciones emanadas del Congreso Joaquín Balaguer, las cuales le ordenan arbitrar un proceso de escogencia de un candidato presidencial propio para el PRSC en las mismas elecciones presidenciales en que Danilo Medina y Margarita Cedeño de Fernández son los llamados a preservar los privilegios de sus conmilitones.

CMT debe actuar con mucha rapidez, decisión e inteligencia.