Las palabras se escapan de la mente. Vuelan inertes,
Temblorosas, como pájaros sin nido,
Sin hallar consuelo el alma adolorida
Que llora tu partida.

Tu partida, sin adiós, sin despedida,
Silente como el amor inmarcesible que dejaste
En este breve espacio de la vida.

Haciéndote querer a cada paso
Por los distintos senderos que anduviste
Con tus árganas de virtudes a cuesta.
Tu partida se hace imposible.

El amor, el hogar, la familia, los amigos de siempre
Que sin saberlo iba conquistando tu talento creativo:
El arte, la pintura, las piedras que hablan, tus caricaturas
El deporte, la enseñanza, el buen humor, la belleza.

Transitando todo por espacios siderales en paz, y armonía.
Por el sabio camino del honor y el decoro
Que por herencia te llegó sin prisa.

“Ejemplo para el Ejemplo”, de dignidad y cordura
De gran bondad… de ternura.”
Dejaron perdurables huellas, infinitas.

“Siguiendo la ruta de aquellas Servilletas, en esta entrega
Transita el camino del otoño y van en él esparciendo
Recuerdos, sentimientos, imágenes, experiencias
Acumuladas en su largo caminar”, me escribiste.

Y así, sigilosamente, te fuiste, sin esperar el otoño,
Sin un adiós de despedida
Llenando de dolor y sufrimiento tu partida.

¡PERO NO, Hermano, no es verdad que te has ido!
Como estrella refulgente vivirás para siempre
En cada pensamiento, en cada lágrima de cristal
En todo momento con la carga de amor nos diste.