A modo de comparación

A modo de comparación

Para buscarle una forma un tanto burlesca a nuestra cruda realidad, somos como un automóvil y Venezuela (entre otras), nuestra “bomba de gasolina”.

Me baso en el hecho de que nuestro automóvil (como todos los demás), tiene como combustible la gasolina. Y esta nos viene, principalmente, de Venezuela, un país petrolífero por excelencia.

O sea, nuestra independencia es solamente política, porque económicamente no lo es. El petróleo es el combustible que mueve el mundo, en sus distintas formas. Pero hay una espada de Damocles que pende sobre el mismo. Según expertos en la materia, el mundo tendrá petróleo por 50 años más. Digo, si no se descubren  fuentes alternativas, además de las ya existentes. Estudiando mucho  de lo que se ha escrito sobre este asunto, existen esas “fuentes alternativas”, pero las mismas no son “del dominio público”. Incluso estas no están al alcance de todo el mundo.

Y eso nos lleva a pensar que el futuro, a mediano plazo, dependerá de la energía atómica, cosa que prácticamente está “a la vuelta de la esquina”.

Naturalmente que esa es una “esquina” bastante lejana.

La razón es sencilla. Para poder utilizar ese tipo de energía se necesita el personal especializado para ello, así como el equipo. Y yo veo que estamos muy lejos de movernos “atómicamente”, porque al día de hoy no tenemos ni el personal para ello, ni mucho menos el equipo.

Dicho en otras palabras, y aunque suene a chiste, creo que mientras nos ponemos al día, técnicamente hablando, tendremos que volver al “pasado”.

O sea, que mientras los países científicamente avanzados podrán ser “movidos” por la energía atómica, la gasolina será exportada a los “países atrasados”, y por bastante tiempo, que conste. Y ojalá que fuera así, porque de lo contrario tendremos que volver al “pollino”, mientras tanto.

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