A nadie le han regalado la libertad

A nadie le han regalado la libertad

Paul de Saint Víctor es el autor de la más vívida y hermosa descripción del fuego que haya leído, la cual está contenida en el inicio de su excelente obra: “Las dos carátulas” cuyo contenido más que un profundo, sesudo, lúcido y esclarecedor estudio del teatro de la Grecia clásica, es una introducción al pensamiento lógico expresado en forma de ficción.

El fuego, el fuego es voluble, hermoso, sus llamas trazan imposibles figuras inasibles, cambiantes, que del mismo modo que iluminan y contribuyen a una vida mejor, también queman, destruyen, pulverizan, cambia en un abrir y cerrar de ojos la belleza por la tragedia, la devastación, luego, todo se convierte en cenizas que se lleva el viento con los malos recuerdos.

El estallido se produce cuando se retuerce tanto el tornillo que se corre y deja de contener las aspiraciones, se desbordan las ansias reprimidas, se rompe el freno que impide que los pueblos vivan a plenitud bajo un cielo tachonado de estrellas que iluminen la libertad, contribuyan a la democracia, llenen de claridad la insondable oscuridad de la noche y ayudan a vencer el miedo.

El uso de la fuerza de la sinrazón contra las aspiraciones legítimas de los pueblos ha sido el motor principal de los avances espirituales más importantes de la humanidad.

El primer liberador que sufrió la sentencia de los dioses fue Prometeo, aislado para que cumpliera una horrible condena que lo mataba mientras lo mantenía vivo. Su pecado: le había robado el fuego a los dioses para entregarlo a los hombres.

Era absolutamente injusto que los dioses tuvieran la exclusividad del fuego que los mantenía abrigados en el invierno, que les permitía cocer sus alimentos, que les proporcionaba luz.

Usemos el fuego para que ilumine la llama de la libertad y seamos capaces de recuperar la democracia.

¿Quién ha dicho que el ejercicio pleno de la libertad puede ser impedido permanentemente, que la democracia debe ser una farsa manejable con maniobras supuestamente “legales”, como resulta cuando se secuestran las reglas de la mayoría?

Hay que derrotar la dictablanda. Hay que levantar los ánimos y demostrar que queremos libertad y democracia.

¿Quién ha dicho que los pueblos deben soportar indefinidamente cuando hasta los cántaros se rompen de tanto ir por agua a la fuente?

¿Quién ha dicho que los pueblos deben esperar cien años para sacudir el cuerpo y liberarse de los males?

Martí fue claro: “Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro”.

 

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