… A nivel «cívico»

… A nivel «cívico»

Ante la crisis nacional que estamos atravesando, y a la que todos –en mayor o menor grado- hemos contribuido, hay gente que despertó y quiere hacer algo para ayudar a superar sus efectos negativos en el corto plazo. O al menos para que no se repita en el futuro.

Saben que solos no pueden y desean sumar fuerzas, incorporándose a algún grupo de los que existen, o van surgiendo. Y si es necesario desean ayudar a crear uno nuevo, más confiable, activo y coherente que los que conoce.

Por eso, si eres uno de los que quieren ayudar a sembrar semillas de mejores ciudadanos, grupos y dirigentes cívicos y políticos, para que en el futuro realmente podamos tener la cosecha de una mejor sociedad y país, me permito recordarte unas cuantas cosas de sentido común, que no suelen tenerse en cuenta, y luego pasan cosas.

Si quieres hacer algo con otros –sobre todo a nivel cívico y político, y similares- y no quieres frustrarte, ni frustrar a otros es importante que sepas quienes son los «convergentes». Y dentro de ellos: quien es quien, su capacidad, honestidad, y coherencia real, su nivel de toleran-cia y velocidad. Y realmente para qué sirven, y n que lo han demostrado, respecto a proyectos similares al que tú propones, o en el que te deseas integrar.

Es importante que sepas quienes de ellos, de los que parecen converger con tu proyecto, en realidad se limitan a hablar, y a desahogarse. O a desear, exigir, pedir y demandar que “se haga” y “ya”. Quienes ayudan realmente a pensar las causas del problema, y posibles solucio-nes. Y quienes ayudan a realizar.

No confundas a unos con otros. No todos los realizadores son «equipables», ni tienen los mismos intereses, el mismo ritmo y dedicación. Algunos son realizadores tangenciales, ocasiona-les, temperamentales, rígidos, por la libre. Otros son todo terreno, incondicionales, estables, flexi-bles, sincrónicos

Algunos tienen un «liderazgo» autoritario. Realizan, integran y son muy eficaces para pro-yectos de línea empresarial, donde los colaboradores son fichas. No se integran a los proyectos de otro/s. Son ombligo, absorben y monopolizan las decisiones, o se van. No es su carisma la promoción de proyectos de participación democrática real.

Mientras que otros forman y promueven realmente equipo de decisión y comunidad de reali-zación. No se hacen centro, punto de referencia obligado del proyecto. Su meta es el proyecto o

programa, no su liderazgo. Aportan a lo que se haya consensuado, ayudando a realizarlo y mejorarlo. Todos los líderes son valiosos y aprovechables, pero para distinto tipo de proyectos. ¿Cuál es el tuyo?

Por eso, si quieres desarrollar un proyecto, no frustrarte ni frustrar a otros, ni quemar o dificultar el desarrollo del proyecto en otro momento no tengas prisa por iniciar el proyecto. No lo empieces en serio hasta que tengas bien «amarrada la chiva», hasta que estés suficientemente claro de la capacidad y confiabilidad de los que dicen que van a participar.

Apóyate en cada uno, sólo para lo que realmente pueden dar. Y las cosas se harán, al ritmo de la realidad. No te frustrarás tú, y no frustrarás a otros. Pero para eso es necesario, como diji-mos, descubrir a los «convergentes». Y entre ellos a los «aliados», a los que realmente «ayuden a pensar y a realizar», a los que sean realmente equipables y no protagonistas o clientes impeni-tentes. A los que promuevan, integren y no aíslen, o afuereen demasiado a los realmente válidos.

Y, si no se puede evitar la participación de los cimarrones, al menos hay que tener mucho cuidado en que puestos y nivel de participación se les pone, para que no contaminen y conviertan en motivo de maldición y desesperanza el proyecto que se inició para hacer posible la esperanza y la bendición. Lo que requerirá fuerte supervisión para controlar, o al menos disminuir el gran daño que pueden hacer, como nos recuerda la historia de nuestros partidos.

Con líderes autoritarios regresaríamos a los caudillos -y eventualmente a los dictadores y dogmáticos- y perpetuaríamos el clientelismo, que es una de las principales causas de la crisis, que decimos querer superar. Y con líderes ahogados por sus compromisos de campaña, con los sargentos políticos y los financiadores, permaneceríamos con la mafia tribal de la que queremos salir. No se lograría lo pretendido -al menos en los proyectos cívicos y políticos que necesitamos- : integrar en la promoción y gestión del bien común, educando en y para la participación en la misma

En todo caso, es cierto, habrá que arar con los bueyes que hay. Pero eso sí, teniendo muy clara la meta que se quiere lograr, y usando sólo las estrategias y métodos «coherentes» con ella. Habrá que pagar «precios» no deseados, pero para salir realmente de la selva. No para perpe-tuarla o profundizarla –como han hecho más de dos líderes recientes, de «feliz recordación» para los que no tienen memoria, o no quieren ejercerla-. Aunque ese ayudar a salir de la «selva» no nos prolongue nuestro liderazgo ni nos garantice un penthouse en la misma.

Es importante empezar ya a sembrar y generar ya relevos cívicos y políticos, y en otros niveles de nuestra sociedad- que realmente merezcan la pena, que ayude a que todos quepamos en RD, con otros o en solitario, mientras no aparezcan aliados que realmente merezcan ese nombre. Pero lo más importante no es la fecha de la cosecha, sino si tenemos las metas claras y los recursos humanos adecuados para lograrla. Y esto es clave si realmente no queremos frustrar-nos, ni frustrar a los otros -colaboradores esperanzados y dominicanos que esperan redención-. Lo demás es basura de recambio, de distinto color y membresía, pero “basura”. Y ya tenemos demasiada, huele muy mal, y hasta ahora hemos sabido salir de ella.

Lo más importante no es la fecha de la cosecha. Sino tener metas claras y poner los medios adecuados, al mejor ritmo que nuestra realidad, de selva socio-política, permita.

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