Once años de la partida de una de las personas más nobles y sencillas que he conocido, pese a conocer su “poder” dentro de la sociedad. Fue el 13 de diciembre de 2008.
Heredamos tu humor, pues atento a chiste, decimos las cosas como son, para que estas funcionen como debe ser.

Nos enorgullecen las expresiones de afecto y de reconocimiento a tu trayectoria de vida, que aún recibimos. Atesoro una frase de don Pepín Corripio en el cementerio el día del sepelio… “un ser irrepetible, de un estilo de vida y periodismo donde tu único límite era tu conciencia misma” ¡me llegó profundo!

Ciudadano ejemplar, maestro y mentor de varias generaciones.

Servidor de la Sociedad con responsabilidad, honradez y valor cívico.

Hoy más que nunca hace falta tu voluntad combativa para alertar y tratar de frenar la destrucción del medio ambiente.

Cuánta falta hace aquel orientador, quien exigía acuciosidad y seriedad para defender las mejores causas sociales.

Modesto, decente, amable y con un don de gente envidiable.

Revivo esta frase para que no muera tu prédica: “El periodista no debe considerarse dueño de la verdad absoluta, mucho menos utilizar los medios de comunicación para desinformar o tergiversar”, Cuchito Álvarez.

Te reitero un hasta siempre, pues cada día de mi existencia te recuerdo tratando de emularte con mis acciones.
¿Quién fue?
Mario Álvarez Dugan nació en Santo Domingo el 9 de abril de 1931 y era hijo de Virgilio Álvarez Pina y Catalina Dugan. Casó con Matilde Soto y procrearon a Jaime, Emil y Mario. Trabajó en la crónica deportiva en el periódico La Nación, que llegó a dirigir, y fue comentarista de béisbol. Fue director ejecutivo de El Caribe y dirigió El Nacional y las emisoras Radio Santo Domingo, Radio Caribe y Radio ABC. Dirigió este diario de 1988 al 2008, cuando murió.