A paso de cangrejo

A paso de cangrejo

LUIS SCHEKER ORTIZ

Umberto Eco, catedrático, escritor, ensayista, novelista aclamado y reconocido de fama internacional dejó, bajo el título que honra esta entrega, una serie de “artículos, reflexiones y decepciones (2000-2006) donde destaca los avances científicos y tecnológicos y los progresos democráticos que auguraban un un espléndido futuro convertidos en conflictos que se creyeron superados e insatisfacciones que no encuentran salida en un mundo desquiciado, que “no va bien”. “Que marcha como el cangrejo hacia atrás, en peligrosa regresión”.
Umberto Eco, fallecido el pasado año, no dejó de escudriñar los acontecimientos y eventos históricos más sobresalientes que irían marcando el sino del nuevo milenio de no surgir un cambio radical, cultural, educativo y político que nos obligue a revisarnos frente a tantas iniquidades y aceptar las diferencias, convivir con ellas, respetando el derecho que tiene cada civilización (y cada persona) de conservar sus hábitos, tradiciones, creencias y costumbres propias de su cultura, no necesariamente irreconciliables con otras culturas igualmente respetables, sin que en ningún momento se pretenda, a nombre de una “cultura superior” que científicamente no existe, imponerse y sojuzgar, negada a transigir presumiendo lo mejor, siendo “lo mejor el peor enemigo de lo bueno” y en el caso de conflicto de civilizaciones verdaderamente peligroso puesto que con ello se pone en juego la paz mundial y en peligro la supervivencia del propio planeta.
Estas reflexiones llevadas al plano local donde no dejan de manifestarse las iniquidades, inconformidades, frustraciones, que generan conflictos y contradicciones no dejan de ser inquietantes y deben preocuparnos, siguiendo el pensamiento de Eco “Si estábamos mejor cuando estábamos peor”. Es decir, preguntarnos ¿Estamos seguros de que vamos por buen camino y estamos ahora mucho mejor que cuando estábamos peor 70 años atrás?
No hay duda que hemos crecido y progresado en varias vertientes. Al aceptar el crecimiento económico y la estabilidad monetaria que el país ha venido registrando por varios años y que con justicia resaltamos como uno de los grandes logros de los últimos gobiernos, siendo reconocidos por estudios de organismos internacionales, uno necesariamente habrá de preguntarse: ¿Se han producido parejo a ese crecimiento como lógicamente habría de esperarse en términos positivos, un mayor bienestar de las grandes mayorías nacionales? ¿se han logrado mayores satisfacciones a nivel de seguridad social y ciudadana, de mejores empleos y remuneración, de reforma educativa y docente, desarrollo de investigación científica y tecnológica, de salud preventiva y hospitalaria, de tránsito y transporte colectivo, de sanidad ambiental, de protección a los ríos y afluentes acuíferos, del medio ambiente y recursos naturales, es mayor la eficiencia y transparencia en manejo de los fondos públicos, la racionalidad del endeudamiento público, calidad de los servicios públicos, el progreso institucional democrático deseado, la seguridad jurídica, corrupción e impunidad incluidos? Uno se ve obligado a preguntarse viendo el panorama político y las alternativas propuestas para alcanzar en el corto y mediano plazos un futuro más promisorio, alejado, sin abandonar las utopías:
¿Estamos seguros de que vamos bien? ¿Que no marchamos a paso de cangrejo?

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