A pesar de todo, tendremos que ir

A pesar de todo, tendremos que ir

Nos están llevando a una carrera electoral sin precedentes, exagerada, montada sobre el encono y la exhibición de poder. Sin ideas ni principios, sin ningún tipo de propuestas, sin argumentos valederos. Se trata de una procaz muestra de indigencia política con una falta total de contenido, con lo cual no se motiva a ningún tipo de electorado, ni estimula, ni entusiasma, ni conmueve a nadie.

Será necesario, de seguir las cosas como han comenzado, con mucha serenidad, mucho civismo para que en estos precisos momentos, ponerse a pensar en las elecciones del 2010, y mucho menos en las del 2012, con la cháchara vacía, zafia y política barata, que ciertos políticos se vienen gastando;  sería necesario recortar de los  fondos de nuestras conciencias, los viejos conceptos de educación democrática y procurar abstenerse frente a una cloaca política que cada día que pasa su pestilente olor saca del olvido los rencores trabados  y bastaría con soñar con los viejos ideales de nuestra juventud, para rechazar a casi todos los que pretenden irse con una diputación, una senaduría o una sindicatura, porque estamos viviendo una oscuridad sin compromisos, pero con nuestros demonios históricos al acecho.

Como ciudadano tenemos una profunda responsabilidad para acudir a las elecciones. Pero hay algo de superioridad moral, que nos pide abstenernos. Porque cuando cuenten los votos, se repartirán los cargos y seguirán como si nada hubiera pasado.

 

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