A PLENO PULMÓN
“Sucesos sucesivos”

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>“Sucesos sucesivos”

Cuando entré al periódico el portero avisó: Sinencio está ahí; lleva una hora esperando.  –Excúseme Sinencio, no hay forma de llegar rápidamente; en las calles no caben más vehículos.  –Tendremos que llevar medicinas en el carro, periódicos, papel higiénico; pasaremos la mitad de la vida frente al volante, rodeados de humo.  Después que hable con usted tengo que ir a San Juan de la Maguana.  Miré al hombre. Sentado en el sofá del recibidor, Sinencio parecía un promotor de venta de bienes raíces.  Sobre las piernas tenía un maletín que colocó en el piso tan pronto lo saludé.

Me había llamado por teléfono el día anterior.  Quería contarme “tres sucesos sucesivos inexplicables”.  Me agradó su voz y acepté.  Al ver su sonrisa y el bigote canoso encima de los dientes, me dije: “este tipo no parece un loco”.  Mulato, de unos cuarenta años, con ropa de trabajo color caqui, “me cayó bien” enseguida.  –Óigame usted: monté en mi camioneta a una mujer joven  y bonita que “pidió una bola”; delante de nosotros iba un automóvil amarillo con el letrero: “se vende”, llame a los teléfonos tales y tales.  La mujer sacó de su cartera el teléfono celular y llamó.  –¿En cuánto vende el carro amarillo?  ¿Por qué lo vende? ¿Se va del país?  Sí, iré a verlo.

–Déjeme en la esquina; muchas gracias, dijo al bajar de la camioneta.  Regresé a mi oficina por la misma calle, dos horas después.  Vi la mujer en una parada de autobuses varias cuadras más abajo.  Me detuve; ella se acercó.  –¿Compró el carro amarillo? –El dueño me dijo que lo vende porque está muriéndose; lo usa solamente para ir al médico; los vecinos le roban los espejos, las tapas de los aros de la gomas; el pobre hombre lo repone todo para vender el carro y cubrir los gastos.  –¿Qué gastos?    –No sabría decirle si del médico o del entierro.  

–El carro está como nuevo.  El que  “está fallando” es su dueño.  Añadió que él había dejado la muerte “para después”, como hacía con muchas obligaciones de trabajo; pero que ya no puede aplazar más “la cosa”.  Me da el carro más barato si lo atiendo unos días.

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