A pesar de todos los pesares de nuestra época, de misiles, drogas y lavado de activos, de injusticias y abusos incontables, la vida debe seguir un “orden natural”, como decían nuestros abuelos. No hay más remedio que trabajar de día y dormir de noche. No hay modo de eludir el desayuno, el baño de ducha, el “llamado” de la música. Todo cuanto hay de terrible o espantoso en el mundo de hoy, no logra abolir o agotar las costumbres tranquilas, los pequeños goces de la cotidianidad. Al sentirse “amenazado”, el hombre común se aferra al café, al te de jengibre, a la historieta ilustrada de algún “superhéroe”.
Existen playas remotas, poco concurridas, caletones con pescadores que echan chinchorros al mar con la esperanza de sacar unos cuantos kilos de pescado. El sabihondo de la ciudad te advierte: “No creas esos cuentos, el pescador no pescará peces; tal vez pesque paquetes de drogas flotantes, tras un oportuno aviso recibido por “WhatsApp”. El sabihondo tiene razón; pero yo debo creer que es posible aislarse, durante algunos días, y practicar las viejas costumbres de los anacoretas. Los ermitaños de la antigüedad se “acercaban” a Dios, meditaban sobre los “hábitos depravados”, y terminaban construyendo ermitas y monasterios. No me “apartaré del mundo” a la manera medieval; pero me gustaría abandonar todas las obligaciones laborales durante una semana.
En primer lugar, esta columna periodística, cuya continuidad inexorable debe aburrir a muchos lectores del periódico “HOY”. Bienvenido Álvarez Vega, director del diario, queda advertido desde ahora sobre la necesidad de “cubrir” este espacio sin mi concurso. También tomaré una vacación en el Ministerio de Cultura, “cosa maravillosa” de la cual no he disfrutado en varios años. En vista de que cada día estoy más viejo, debo ir acostumbrándome a la idea de que no es posible “trabajar siempre”.
En el fondo de mi persona conservo la esperanza de que el ocio resultante de esta decisión sea bueno para mi salud y, además, se vuelva “ocio creativo” para otros fines personales. Deseo completar y revisar algunos escritos que no he tocado en mucho tiempo. El descanso es inevitable para los hombres, aunque sean periodistas o escritores. Escribo esta nota contemplando ya el Mar Caribe.