A PLENO PULMÓN

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Costumbres frágiles

En el mundo de hoy son muchas las cosas que parecen resquebrajarse: la familia tradicional, las viejas jerarquías sociales, el respeto por antiquísimos valores morales y estéticos.  Las costumbres cambian a una velocidad tal, que las gentes no tienen tiempo para “irse adaptando” poco a poco a los hábitos nuevos.  Cuando empiezan a “aceptarlos”, otras “modalidades” de conducta los sustituyen.  Según los nuevos criterios vigentes, se puede estar “in” o estar “out”, con el consiguiente aplauso o abucheo de quienes nos rodean.  Estas transformaciones abarcan todos los campos de la vida colectiva: la economía, la política, la educación, el ejercicio de las profesiones liberales.

Los procedimientos para el “mercadeo político” han cambiado ostensiblemente; y lo mismo los métodos de promoción comercial. Ambos asuntos pertenecen al “ámbito de las muchedumbres”.  Política y comercio son actividades “diseñadas” para extensos grupos sociales; creadas, pensadas y mantenidas, para “los muchos”, nunca para “los pocos”.  En comercio o política todo ha de ser “al por mayor”, no “al detalle”.  Es imposible “el trato personalizado” que preconizan artistas, religiosos, educadores, al ejercer sus funciones especificas.  Las nuevas reglas alcanzan la ropa, las expresiones de uso cotidiano, los accesorios de trabajo.  Podemos estar “out” por usar camisas “fuera de lugar” a causa del color o la forma de sus bolsillos.

 El estilo de los zapatos o la forma de sus puntas, es tan importante como la clase de teléfono celular que llevemos en las manos.  Estar “in” depende en gran medida de los accesorios que usemos, de las “frases auxiliares” que utilicemos en la conversación, de la marca de nuestro bolígrafo; de si tenemos o no cuenta de “Twitter”.  Los jóvenes de hoy temen mucho verse marginados por esas costumbres cambiantes; “quedarse atrás” es considerado un bochornoso estigma.

Las personas de mayor edad sienten que les sacan la alfombra del piso; han mudado los muebles del sitio donde habían estado siempre.  También ellos temen ser  “desconsiderados” por su ignorancia de las “nuevas tecnologías de la comunicación”, o de las modas internacionales de música popular. Jóvenes y viejos sufren la inestabilidad de las costumbres con intensidad distinta; pero ambos grupos saben que caminan por arena movediza; y no saben dónde irán a parar.

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