A PLENO PULMÓN

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>

Valor verbal-digital

Todos los dominicanos opinan acerca de política.  Lo hacen con el mayor desparpajo; a veces con horrible falta de respeto y pésima educación.  En consultorios médicos, lo mismo que en autobuses o en supermercados, la gente no tiene inhibiciones para expresar sus convicciones políticas.  No les importa que alguien a su alrededor pueda no estar de acuerdo con sus palabras, sean irritadas, laudatorias o infamantes.  Tampoco que estén presentes oficiales de policía o funcionarios públicos es obstáculo para esa “libre libertad de expresarse libremente”, redundancia triple que a menudo toca con el libertinaje.  Un extranjero podría pensar que esas “licencias de lenguaje” se las permiten solamente hombres muy valientes.

 Pero no es así.  He visto salir corriendo de una lavandería a un tipo que había dicho: fulano de tal “es un delincuente que debería estar preso”.  Un parroquiano que le oyó, ripostó: usted es un atrevido irresponsable; opina sin conocer a la persona de la que habla “esas barbaridades”; todo injusto, falso, sin fundamento.  Usted no debería ser enjuiciado por difamación, que es un procedimiento muy largo, casi siempre inútil; usted lo que necesita es “una buena tabanᔠpara que contenga esa lengua sucia.  En ese momento el sujeto dio la espalda, corrió a la salida y se trepó en una camioneta.

 En las redes sociales de Internet el abuso verbal es aun mayor porque no presentamos el pecho ni damos la cara.  Sólo  aparece un nombre o una fotografía; ninguna de las dos cosas podría ser alcanzada por un pescozón de algún oyente indignado.  Existen “blogs” de grupos partidistas especializados en insultos ideológicos y “pelas de lengua”, destinados a personalidades de la Iglesia, de los partidos políticos, del mundo empresarial.  Estos improperios circulan con impunidad en el “ciberespacio”, un ámbito que parece estar fuera de toda norma “aplicable”, sea legal o moral.

 A nuestros problemas económicos, administrativos, institucionales, debemos agregar los de la bravuconería digital y las “boconadas” políticas con denuncias de malversación, conducta privada censurable, enriquecimiento sin causa.  Es deplorable que medios de comunicación tan eficientes sean utilizados en forma tan poco provechosa socialmente.  He visto que existen “emoticonos” para expresar alegría o tristeza.  Debería inventarse un icono que signifique “tabanᔠo puñetazo.

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