Los hombres de acero
Es asombrosa la resistencia del hombre ante la enfermedad, la injusticia o el despotismo político. El hombre absorbe penalidades y sufrimientos sin el concurso de ningún amortiguador mecánico. Puede vivir sin airbags, sin chalecos antibalas, ni seguros de salud. Y lo que es peor, sin garantías constitucionales. El hombre, desde tiempos inmemoriales, aguanta tratamientos médicos erróneos, medicamentos ineficaces, costumbres obliterantes. He leído en el famoso libro de Giorgio Vasari, Vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos, cómo un médico del renacimiento condujo a la muerte a Rafael Sanzio de Urbino, a la edad de 37 años. En aquellos tiempos era usual sangrar a los enfermos.
Prestigiosas teorías acerca de la física o de la fisiología, son desechadas y arrumbadas después de arruinar muchas vidas valiosas. Las costumbres establecidas son a veces más dañinas que las teorías científicas. Ese es el caso de los prejuicios contra judíos, gitanos o negros. Millones de judíos en Europa, en Rusia y otros lugares-, debieron apretujarse en ghettos, sufrir periódicos pogromos y deshonrosas discriminaciones. Finalmente, la persecución contra los judíos culminó en los campos de exterminio nazis durante la Segunda Guerra Mundial. A pesar de todo ese horror, los artistas judíos, gitanos y negros, han seguido componiendo canciones, tocando instrumentos de cuerdas, creando bellísimos poemas de amor.
Un cardiólogo y anatomista me dijo: si usted aprieta el corazón de un cadáver comprobará cuan duro es el tejido de ese órgano, hecho para latir 70, 80, 100 años. Los hombres luchan contra enfermedades, adversidades y perversidades, con ayuda del corazón y de la cabeza. En ocasiones especiales necesitan el auxilio de la fe religiosa. Las tiranías pueden prolongarse por treinta años o más. Durante ese tiempo la rabia y la impotencia no destruyen a los desdichados hombres de las sufren.
Parece que con el sueño los seres humanos recobran los bríos que les quitan las enfermedades, los tiranos o las maquinaciones de sujetos malvados. Kant, el gran filósofo autor de la crítica del juicio, descubrió que sin risa el hombre difícilmente podría sobrevivir. Los hombres de acero son productos de la imaginación fundados en la realidad. Es doloroso vivir sin libertad ni dinero; peor aún, sin risa ni esperanza.