A PLENO PULMÓN

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Escritores ignorados

He descubierto que existe un “Día del Escritor”; no sé dónde ni como debe celebrarse.  Sabía, eso sí, que había un Día de las Madres y un Día del Árbol.  Desde niño tengo claro lo qué significan las madres y los árboles.  Siendo un hombre “hecho y derecho” supe del Día de la Secretaria, del bombero, de la enfermera.  En esos días los gobernantes y los políticos dirigen mensajes laudatorios en honra de estos grupos sociales, tan útiles a la comunidad y tan necesarios en tiempos de campañas electorales.  Pero lo de los escritores me ha cogido por sorpresa.

¿Qué es un escritor? Parece ser un tipo que redacta textos que la gente no desea leer.  Todos los días aparecen en los periódicos estadísticas indicadoras de que se lee cada vez menos.  Se afirma que los “medios audio-visuales” han casi aplastado los “órganos de la prensa escrita”.  Incluso se ha pronosticado que la tecnología digital arrasará con los diarios tradicionales.  Con frecuencia los escritores escriben cosas “ingratas”, chocantes o inesperadas, que provocan el rechazo de poderosos “grupos de presión”.  A veces se prohíbe la venta de sus libros y, en ciertos casos especiales, hasta podrían ser echados al fuego.

Los escritores llevan una vida difícil; no siempre consiguen vivir de lo que más les gusta: llenar de garabatos una hoja de papel; con la finalidad de costear comida y alojamiento deben realizar tareas penosas para las cuales no están anímicamente preparados.  Sueñan con “disponer del tiempo necesario” para escribir un libro.  Después de muchas vicisitudes logran escribirlo; pero entonces no encuentran editor que lo publique.  Es posible que un empleado de alguna editorial les recomiende cambiar ciertas “expresiones peligrosas” o suprimir dos o tres capítulos.

Ese fue el caso del escritor norteamericano William Faulkner, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1949.  Los auténticos escritores y poetas carecen de “grados de realidad”: son o no son; tanto los poetas como los escritores “de verdad”, cristalizan en artistas.  Los demás llegan a ser, a lo sumo, “aspirantes” o aprendices; nunca escritores y poetas “ontológicamente” caracterizados.  El “Día del Escritor” debería celebrarse con un vía-crucis de muchas estaciones.  Pueden morir sin que nadie los tome en cuenta.

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