Moscoso Puello opinaba que si la policía detuviera en un parque cualquiera a tres dominicanos, y les hiciera un registro, a todos les encontrarían en los bolsillos varios décimos de billetes de lotería. El único cambio que puede observarse en esa pasión por el juego es que hoy podrían ser centésimos, quinielas, lotos, palés o tripletas. Las bancas de apuestas han proliferado en Santo Domingo, hasta el punto de que ya representan un enorme poder político y financiero. La banca comercial múltiple ha encontrado una competencia inesperada, nunca prevista por los economistas. Es un sector del mercado súperpopular y supervernáculo.
También Moscoso decía que tan pronto un dominicano joven cobraba su primer salario, lo destinaba a la compra de un revólver. Poseer armas es una necesidad psicológica de todos los varones nacidos en esta isla excesivamente soleada. Esto tampoco ha cambiado de sentido; ha progresado; y el progreso consiste en que ahora tenemos disponible mayor variedad de armas, cortas y largas. Ya no se trata de un cachaenácar o un mitigueso; en estos tiempos la oferta de armas es tan grande que requiere un catálogo. He visto revólveres livianísimos, sin martillos anticuados con salientes que puedan engancharse en la ropa y causar accidentes en detrimento del portador.
No debo insistir sobre este punto, pues todo el mundo sabe que actualmente se consiguen armas de cualquier clase. Los esfuerzos del Ministro de lo Interior por desarmar a la población civil y trabajadora, resultaron infructuosos. Igualmente, ha resultado inútil el empeño de confiscar las armas a otros pobladores haraganes y delincuentes. Del primer caso podemos decir, gracias a Dios; y del segundo, lamentablemente.
La obsesión por el juego y por las armas se completa con la obsesión por la política. Nada parece ser más importante que la política. No sólo participar en política o hablar de política. También escuchar comentarios y chismes políticos. Un programa de radio de grandísima audiencia es El gobierno de la mañana; existe, además, El gobierno de la tarde. Se dice que cuando empiece a transmitirse El gobierno de la noche, Leonel Fernández únicamente podrá gobernar a medio día. Esas tres obsesiones juntas han entorpecido nuestro desarrollo. Todas son explicables, económica, social, históricamente.