De raíces y pelaje
Los viejos naturalistas describían minuciosamente los objetos que estudiaban; si eran botánicos, empezaban por clasificar las hojas de las plantas por su forma y por su distribución opuesta o alternada a lo largo de los tallos. Después observaban la inflorescencia y, finalmente, los frutos. Si se trataba de especialistas en zoología, averiguaban primero lo tocante a la reproducción y alimentación de cada animal. Nunca dejaban de describir los pelajes, garras y colmillos, de tal o cual especie determinada. La conducta sexual de machos y hembras, los recursos empleados en la lucha por sobrevivir, siempre fueron datos esenciales para conocer los bichos que pueblan la tierra.
Las tareas descriptivas precedían a las explicaciones de carácter general. Estos métodos de investigación rindieron valiosos resultados en muchos campos del conocimiento tradicional. Nada impide que se apliquen al estudio de las sociedades humanas de hoy. Asistimos a un renacimiento del interés en definir los rasgos de la civilización occidental. Sociólogos, economistas, escritores de ficción, intentan determinar si vivimos en una época de esplendor o de decadencia. Artistas y politólogos manifiestan de diversos modos su perplejidad ante las sociedades urbanas de nuestro tiempo. Los cambios en los hábitos y valoraciones de los jóvenes indican que una transformación está ocurriendo delante de nosotros.
Nadie sabe exactamente lo que pasa; pero algunas mentes aguzadas entreven que podrían ocurrir sucesos extraordinarios: en el orden económico, en las relaciones de poder entre grandes países. Incluso en los regímenes políticos vigentes podría haber mutaciones importantes: en Rusia, en China, Cuba, los EUA; y como consecuencia de ello, en nuestros pequeños países, dependientes de los inventos extranjeros, de las compras extranjeras, de las inversiones extranjeras. Es visible en todas partes el desencanto de los pueblos frente a tantos dirigentes políticos corrompidos o irresponsables.
Es hora de iniciar la descripción, al estilo del naturalista, de los habitantes de nuestras ciudades. ¿Cómo se visten? ¿Qué clase de alimentos consumen? ¿En qué actividades trabajan? ¿Qué esperanzas tienen en lo porvenir? Las raíces culturales de los seres humanos son tan importantes como las que sustentan a los árboles; el pelaje de los mamíferos les protege de las inclemencias del tiempo. ¿Están cambiando las raíces y el pelaje de los hombres?