A PLENO PULMÓN

A PLENO PULMÓN

Del pueblo dominicano se dice que es “aguantón” y sumiso, que se adapta dócilmente a cualquier sistema de gobierno.  La famosa quintilla del padre Vásquez sugiere que somos una masa de harina a la que dan forma los políticos, sean estos locales, extranjeros lejanos o cercanos.  “Ayer español nací/ a la tarde fui francés/ a la noche etiope fui/ hoy dicen que soy inglés/ no sé que será de mí.  Estos cinco versos rememoran los diversos dominios ejercidos por potencias extranjeras en las islas del Caribe.   Concluyen en los problemas de identidad, adscripción o pertenencia, de los habitantes de esta región. 

 El sentimiento nacional es un producto histórico de lento desarrollo.  Los recuerdos de “los problemas vividos” son cicatrices colectivas que marcan a todos los pueblos, para bien y para mal.  Unas veces los lastran; otras los impulsan hacia delante.  Al mismo tiempo que huellas psíquicas, los sucesos del pasado son postes del camino, hitos de una marcha forzada por dolorosas circunstancias económicas o políticas.   Ese camino termina casi siempre en un enriquecimiento interior,  del cual surge  la “conciencia de ser una comunidad”.  El fenómeno de psicología social que tanto echaba de menos don Américo Lugo.

 Pasos de la “intelección de la idea nacional”, como diría Pedro Henríquez Ureña, fueron: 1821, Núñez de Cáceres; 1838 y 1844, La trinitaria y la independencia; 1865, Guerra Restauración de la República.  Pero además de estos “pasos”, militares, políticos, administrativos, es preciso dar otros, menos llamativos pero no menos importantes: crecimiento de la economía y del empleo; amparo jurídico general, educación al alcance del mayor número.

 Somos el resultado de cuatro grandes dictaduras, un montón de guerras intestinas y variadas intervenciones extranjeras.  Esas “mataduras” históricas incluyen “derriengues” monetarios, abusos burocráticos, atropellos policiales.  Creo que los sedimentos acumulados sobre ese estiércol social, harán fructificar a la sociedad dominicana.  Cada vez hay más gente interesada en “no seguir por donde vamos”, en “no repetir un pasado tiránico abominable”.  La aparición del Centro de Pensamiento y Acción del Proyecto Nacional, es un síntoma estimulante.  Y no es el único.  Existen federaciones de juntas de vecinos que asumen responsabilidades inesperadas, a veces a contrapelo de la tónica política reinante.  Hemos empezado a cambiar.

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