A PLENO PULMÓN

<P>A PLENO PULMÓN</P>

No es lo mismo un “lavado de cabeza” que un “lavado de cerebro”.  Las peluquerías ofrecen el servicio de lavar “por fuera” la cabeza; en cambio,  políticos y publicistas intentan a menudo limpiarnos “el interior” de la cabeza con propaganda machacona, estribillos sin fundamento racional.  Repito, por costumbre, la frase hecha “lavado de cerebro”, una expresión que ha tenido fortuna entre psicólogos y periodistas; pero sería mucho mejor decir “ensuciado de cerebro”, pues en estos casos el propósito es meternos en la cabeza argumentos falsos, paralogismos o engañifas ordinarias.  Políticos y publicistas “intervienen” todos los días en la “elaboración” de nuestras convicciones.

 Si acudiéramos a un mentidero de moda podríamos ser testigos de cómo operan los activistas políticos cuando desean “incrustar” cuerpos extraños en las cabezas ajenas.  Junto con pequeños trozos de verdad, introducen de contrabando “mentiras complementarias”, que son los objetos centrales a difundir.  “El candidato fulano de tal es un hombre rico, pero ha gastado tanto en su campaña que ya está arruinado definitivamente”.  Para echar a correr una versión deformada de algún suceso político se recurre con frecuencia a “confesiones” de intenso dramatismo.  “Yo estuve metido de lleno con su equipo de trabajo; me vi obligado a renunciar porque no estaba claro de dónde salía el dinero de tantas vallas y carteles”.

 Entre los políticos actuales hay cada vez menos interés en ideologías, en programas de gobierno; las técnicas de proselitismo y  de manipulación electoral, se consideran más importantes.  Existen “expertos” extranjeros que asesoran a muchos políticos hispanoamericanos.  Ganan dinero en abundancia; llegan a conocer todos “los secretos” concernientes a las personalidades  y estilos de vida de los candidatos que utilizan sus servicios.  Estos conocimientos abarcan: hábitos sexuales y manías, terrores íntimos y problemas familiares.

 De todo ello resulta que los consejeros extranjeros pueden “depositar” pajas y piedrecitas en el tejido nervioso de los electores de un país que no es el suyo, del cual habrán de salir o huir en algún momento.  Estos asesores transitorios, no siempre tienen vínculos afectivos con la sociedad donde trabajan.  Y lo que es peor, están en posición de influir sobre los pensamientos del candidato.  Pueden lo mismo lavar que ensuciar los cerebros de sus clientes.

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