A pleno pulmón

A pleno pulmón

Higiene de ciénaga

Los buzos usan escafandras para sumergirse en las aguas del mar; de lo contrario, se les irritarían los ojos por la sal y la arena que baten las olas; los mineros utilizan cascos duros provistos de linternas; necesitan ver en la obscuridad y protegerse de las piedras que suelen desprenderse en las cavernas.  Vivir en las grandes ciudades requiere de algunos “equipos de auxilio”: uno de ellos, el teléfono celular; otro, el disparador de gas pimienta.  Algunas personas llevan armas de fuego bajo la camisa.  Pero estas cosas, siendo útiles, no bastan.  Es imprescindible formular una “filosofía defensiva” para no naufragar emocionalmente.

Quienes habitan en terrenos cenagosos pueden enfermar de paludismo; un ambiente social enrarecido produce “deformidades psíquicas” permanentes.  La sección sexta de “El álbum-K” se titula: “Tecato-K”; en ese apartado de poesía en prosa José Ángel Bratini dice: “Como cualquier dominicano imbécil levanto mis manos hacia el cielo que no escucha a los imbéciles y de paso me corro sobre la raya, busco en mis bolsillos y no hay nada porque siempre estoy pensando en la otra raya.  Sufro a mi costa, por mí padezco la desesperación  de los ahogados. Nunca sospeché la mala hora, ni deseé jamás esta sensación de noches oxidadas.  Crecí con panza al aire, pies descalzos y pavimento; no hice secundaria, ni siquiera un curso técnico. Yo soy crápula y valgo lo mismo que puedo arrebatarte en una noche obscura”. 

“Recuerdo mi infancia llena de ruidos y obscenidades de ocho patas, los cuerpos que eran una sola cicatriz, a las madres de trece años, los callejones malolientes a orina, las canciones de “Rap” que eran como himnos de batalla, recuerdo en especial mi familia sin cabeza, sin manos y sin piernas.  Hijo de malandra y de pirata me siento calavera, de agua muerta calavera, azarosa calavera”.

En un pasaje memorable, Bratini declara: “Yo vivo donde los niños son ancianos y fuman cigarrillos, donde las mujeres son paredes sucias con firmas en la piel…” A pesar de ello, afirma: “A veces me siento capaz de sentir una enorme preocupación por el destino de los hombres y mujeres.  Siento sed por todo lo justo y hasta una leve devoción por la paz”.

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