A PLENO PULMÓN

<P>A PLENO PULMÓN</P>

No perder la garganta

Se dice que en los tiempos que precedieron a la guerra civil española la gente solía decir: ¿qué es lo que va a pasar aquí? También muchos ciudadanos se preguntaban: ¿qué está pasando aquí? Querían decir que no comprendían lo presente ni tampoco vislumbraban con claridad lo porvenir.  Atribuyen a Ortega y Gasset haber combatido esas actitudes pasivas de los españoles replicando: en vez de preguntar ¿qué va a pasar aquí? no sería mejor decir ¿qué vamos a hacer aquí? Con frecuencia los grupos sociales ven con temor “el camino que llevan las cosas”; y no quieren que pase lo que, a todas luces, está a punto de pasar.

En ocasiones los empresarios suponen  que “el marco legal de negocios” será modificado en detrimento de sus actividades; otras veces, las clases medias piensan que sus “niveles de vida descenderán” bruscamente, por efecto de la inflación de precios o la escasez de empleos; la gente común, asustada por la inseguridad y la impunidad de los delincuentes, se queja amargamente: “ya no se puede salir de noche; pero a ninguna hora logras librarte de atracadores”.  En momentos de desajustes políticos o económicos suelen ocurrir las tres cosas a la vez: que los ricos, la clase media y los pobres se pregunten: ¿Qué va a pasar aquí?

Para que no pase lo que no quieres que pase, es necesario intervenir, luchar o actuar, pues de lo contrario las cosas “seguirán pasando” en la misma dirección inquietante,  peligrosa o inconveniente, que les atribuyes, con razón o sin ella.  La mayor parte de los sucesos que creemos ocurrirán, finalmente, no llegan a ocurrir; pero “en lo que no ocurren, nos llenan de angustias o ansiedades.  En realidad, los hechos sociales son resultantes tangibles de múltiples fuerzas en acción.

Quedarse sin hacer nada, “hasta ver que pasa”, no es conducta aconsejable en ningún sentido; no es útil económicamente, ni políticamente, ni emocionalmente.  A los conflictos de la vida colectiva pueden aplicárseles los diagramas de vectores que usan los profesores de física para explicar combinaciones de fuerzas que actúan en la naturaleza.  Cada uno debe “cantar su canción” con energía.  De no hacerlo así, se corre el riesgo de perder la garganta.

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