A PLENO PULMÓN

A PLENO PULMÓN

Hace veinte años se decía que la República Dominicana era un “país hamaca”, un lugar donde la gente podía pasar buena parte del tiempo “meciéndose gozosamente”.  Esto ya no es así. Ahora podríamos decir que la RD es un “país jabilla”, corozo o puerco espín.  La vida cotidiana es peligrosa, el trabajo ordinario encuentra numerosos escollos, los precios de las mercancías son elevados, los servicios públicos son deficientes.  A contrapelo de lo que expresa el lema de la Asociación La Nacional de Ahorros y Préstamos: “donde todo es más fácil”, en nuestro país casi todo se ha ido poniendo “más difícil”.

En la República Dominicana existe un “impuesto al ahorro”.  Una persona con una cuenta de ahorros, al ganar $1,500 pesos por concepto de intereses, debe pagar $150 de impuestos.  El ahorro, según los economistas, es la fuente de la inversión;  y de las nuevas inversiones depende la creación de empleos, los cuales, a su vez, determinan “el crecimiento económico”.  El “impuesto al ahorro” no distingue entre las pequeñas cuentas de los hombres comunes, y las inversiones en certificados financieros a plazo fijo que hacen las personas acaudaladas.  Paradójicamente, gravamos los ahorros de los pobres y las inversiones de los ricos.

También tenemos un “impuesto al pago”.  En realidad, un impuesto a la expedición de cheques; pero el cheque es “un medio de pago”.  Lo usamos para pagar nuestras cuentas todos los meses.  La utilización del sistema bancario debería ser estimulada por las autoridades gubernamentales. Mientras más individuos mantengan cuentas “pagaderas por cheques”, más efectivas serán las políticas monetarias para contraer o expandir “el medio circulante”.  Algunos profesionales de la medicina prefieren que sus servicios les sean pagados “en efectivo”.  Si los pacientes pagan “por cheque”, tener buena salud les resultará más costoso.

 De este modo, coinciden los intereses de médicos y enfermos que, al cobrar y pagar en efectivo, tributan menos al gobierno.  Pero lo peor de todo es el sistema de valoraciones vigente en RD.  En estos tiempos de “impunidad reglamentada” se castiga la probidad.  Con frecuencia oímos: fulano “es demasiado serio”.  Con ello se le descalifica, “por no saber moverse”, ni en política, ni en negocios. ¿Un país jabilla… o puerco espín?

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