A PLENO PULMÓN

<P>A PLENO PULMÓN</P>

Tiranofilia enfermiza

Desde la más remota antigüedad se viene hablando de la crueldad de los tiranos.  Gobernantes brutales encontramos en todas las culturas y todas las épocas.  Como es bien sabido, hace 24 siglos Platón fue vendido como esclavo; sus familiares y amigos tuvieron que pagar rescate por el filósofo.   Existe una famosa carta de Arquitas a Dionisio, tirano de Siracusa, pidiéndole intervenir para obtener la libertad de Platón.  Las sociedades “producen” tiranos; las plantas dan flores, frutos; la humedad engendra microorganismos.  Parecería que el gobernante dictatorial es “un hecho de la naturaleza”.  Leyes y constituciones no son creaciones de la naturaleza; funcionan como corseletes de la conducta humana.

En Alemania, Hitler logró entusiasmar a casi toda la población con sus discursos efectistas.  Utilizó para fines políticos los prejuicios contra los judíos, las humillaciones sufridas por la derrota en la Primera Guerra Mundial, las dificultades económicas resultantes de los acuerdos de paz. Llevó a su país a una guerra desastrosa; terminó suicidándose el 30 de abril de 1945 con un disparo de pistola y una cápsula de cianuro.  En la Rusia autocrática de los zares, después de la revolución bolchevique, José Stalin instauró una tiranía horrible que se prolongó hasta su muerte en 1953.  Asesinó a todos sus “camaradas” que le acompañaron en las “tareas sociales revolucionarias”.

En ambos países hay personas que añoran los tiempos en que gobernaban estos tiranos, responsables de las muertes de millones de ciudadanos, cuyas “ejecutorias” causaron trastornos en todo el mundo, destrucción de ciudades, enormes pérdidas económicas.  A pesar del tiempo transcurrido, de la publicación de documentos sobre la historia de ese periodo, mucha gente se empeña en echar incienso sobre los retratos de Stalin y Hitler.  Ningún razonamiento les aparta de sus simpatías políticas.

En las Antillas y Centroamérica han surgido numerosos dictadores: en Cuba, en Nicaragua, en la RD, Panamá.  El generalísimo Trujillo, baleado en 1961, sigue dando que hablar entre dominicanos de todas las edades y “niveles de educación”.  No hemos “asimilado” históricamente el horror de la “Era de Trujillo”; no nos espantan suficientemente los crímenes, la sumisión vergonzosa, las injusticias sociales o económicas.  ¿La adhesión empecinada a los tiranos, será una aberración del aprecio por el orden?

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