A PLENO PULMÓN

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Rastreo de palabras (4)

Las palabras, además de ser resbaladizas realidades conceptuales, tienen historias caprichosas en los usos; y sufren transformaciones de su significado a lo largo del tiempo. El pavo es ave propia de América del Norte.  En algún momento se le llamó “Pirú” por creer que procedía del Perú.  En lengua inglesa al pavo se le dice “turkey”, aunque no vino de Turquía.  Para ingleses y norteamericanos sería absurdo cambiar el nombre al pavo porque no haya “veracidad histórica en su denominación”.  Habría que cambiar toda la literatura, leyendas, publicidad, del “Día de acción de gracias”.  Los sombreros de Panamá no son de Panamá; son de Ecuador.

Lo correcto es que a esos sombreros se les llame de “jipijapa”.  Los vendedores de sombreros son prácticos y los rotulan “como dice la gente”.  Estos sombreros se importaron masivamente del Ecuador durante la construcción del Canal de Panamá.  Ese hecho concreto modificó su nombre, en todos los países, excepto en Ecuador.  Borinquen es el nombre indígena de la isla de Puerto Rico; no es una denominación constitucional u oficial.  Es una manera retórica de aludir al pasado aborigen precolombino: “Borinquen, la tierra del Edén,/ la que al cantar el gran Gautier/llamó la perla de los mares/”.  Era un uso “romanticoide” habitual a comienzos del siglo XX.

En “Indigenismos” podemos leer: “Boriquen”, “Burichena”, “Burenquen”.  Estas formas de escribir “Borinquen” proceden de Colón, Las Casas y Pedro Mártir. “Bohío” es casa de los indios.  Tejera afirma que los campesinos dominicanos de su época pronunciaban “bojío”.  Colón mencionó esta palabra en su diario el día 4 de noviembre; Rufino Cuervo dice: “En el glosario que acompaña las tres primeras décadas de Pedro Mártir de Anglería,  publicadas en Alcalá el año de 1516, se encuentran batata, bohío, cazabe, etc… voces que no pueden ser sino de las Antillas o de la tierra firme hasta entonces conocida”.

A este “glosario” de Pedro Mártir debemos la difusión y boga de que gozaron los vocablos tainos incorporados a la lengua española en los primeros años de la conquista de América.  Cinco siglos después queremos pasarlos por un cedazo, cuando ya se han convertido en propiedad comunal: tesoro esencial de los “haberes mentales” de españoles e hispanoamericanos.

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