A PLENO PULMÓN

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Rastreo de palabras (3)

La voz “canoa” se tiene por la primera palabra americana que ingresó en la lengua española.  Está registrada en el diccionario de Antonio de Nebrija desde el año 1495.  Algunos especialistas en la historia de nuestro idioma creen que se conoció en España a partir del 15 de marzo de 1593, que es la fecha de regreso de Colón de su primer viaje, según lo aseguraba su hijo don Fernando.  A esta palabra taina le dedica don Emilio Tejera una docena de páginas en su obra “Indigenismos”, diccionario en dos tomos publicado en 1977 por la Sociedad Dominicana de Bibliófilos.

Emilio Tejera continúa el trabajo hecho por su padre, don Emiliano Tejera Penson, autor de “Palabras indíjenas de la isla de Santo Domingo”.  Don Emilio considera que su obra es “una edición aumentada” de la de su padre.  En realidad, es una colección prodigiosa de datos lingüísticos referentes a las Antillas.  César Nicolás Penson y Apolinar Tejera y Penson, tío de don Emilio Tejera, dieron comienzo a la discusión sobre los vocablos: Quisqueya, Haití, Babeque y Bohío, en la República Dominicana. Todos ellos fueron personas honestas y capaces que investigaron con pasión y amor por la verdad.  Sin embargo, debemos consignar que las palabras son entidades resbaladizas.

La palabra “canoa”, tan estudiada en todo el mundo durante siglos, todavía es objeto de polémicas enconadas.  Fernando Ortiz, etnólogo y ensayista cubano, compuso un celebrado diccionario llamado “Nuevo catauro de cubanismos”, publicado en 1974 y reimpreso en La Habana en 1985 por Editorial de Ciencias Sociales.  En este libro, Ortiz cita a un profesor de la universidad, de Harvard, Leo Wiener, quien sostiene que Colón no escribió la palabra “canoa” el 13 de octubre de 1492.   El diario dice: “ellos vinieron a la nao con almadías, que son hechas del pie de un árbol y todo de un pedazo…”.

 Sólo en la relación del día 17 aparece la palabra “canoa”.  Pero Wiener opina que en la primera carta, en latín, se usa la palabra “scaphas” donde en castellano dice “canoa”.  “Si el original hubiese dicho “canoa” así lo habría dejado el traductor latino”.  De modo que la discusión no cesa.  Pero la canoa ha quedado en pie.

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