A PLENO PULMÓN

A PLENO PULMÓN

Hace pocos días apareció en los periódicos la noticia de que una joven de 22 años había fallecido “en el quirófano de una clínica privada”, mientras era sometida a “procedimientos de cirugía estética”.  Como es obvio, a la edad de 22 años no es necesario “combatir mediante el bisturí los efectos del envejecimiento”.  Esta joven quería modificar su anatomía para lucir más atractiva a los ojos de hombres y mujeres.  Pretendía, en una sola sesión reducir la cintura, “levantar los senos” y agrandar las nalgas.  Esta pobre muchacha encontró la muerte al buscar una rápida “belleza quirúrgica”.  No es este el primer caso.

Los médicos dedicados a la cirugía estética son cada vez mayor número; y los programas de televisión que promueven las “operaciones de embellecimiento” son muchísimos.  En algunos se dice que “ciertas intervenciones pueden ser ambulatorias”,  es to es, que no requieren internamiento en un hospital; por tanto, no son tan costosas como una apendicetomía o un parto por cesárea.  A los cirujanos expertos en liposucciones y agrandamiento de glúteos se les llama “tetobarrigonalgólogos”, por analogía con otorrinolaringólogos, médicos especializados en oídos, narices y gargantas. Las mujeres, en muchos países, aspiran a ser como la “venus calipigia”, o sea, de nalgas robustas.  Quieren parecerse a Jennifer López.

Las conversaciones de mujeres mayores en los salones de belleza abarcan diversas “posiciones filosóficas” frente a la cirugía estética. –Yo me quito las arrugas, las “patas de gallina”, la papada; no quiero verme con los pellejos colgando; moriré en el quirófano, pero llegaré “presentable” a la vista de Dios.  Seguiré rellenándome los buches para no tener boca de vieja; si usted puede pagar para verse bien, no hay razón para salir a la calle con más pliegues que un pavo de navidad.

Pues yo soy una mujer sanforizada; ni engordo ni enflaquezco.  Me mantengo bien haciendo caminatas y bailes rítmicos; no como más de la cuenta; y si un día me paso, al otro me pongo  a dieta.  Hasta hoy ninguna parte de mi cuerpo se ha encogido o ensanchado.  Soy más vieja que cuando iba al colegio; pero estoy saludable.  Mis medidas han cambiado muy poco: busto, cintura, caderas, muslos, pantorrillas: lo puede atestiguar mi marido.

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