A PLENO PULMÓN
Acercarse al objeto

<STRONG>A PLENO PULMÓN <BR>Acercarse al objeto</STRONG>

Podemos mirar las cosas de varias maneras: de cerca, de lejos, por arriba, por los lados.  También es posible captar los detalles de la textura de un objeto.  Los peces tienen ojos, boca, aletas, cola… y escamas.  Si nos acercamos a la piel del pescado para observar las escamas a través de un microscopio, desaparecerían la boca y la cola del pescado.  Nos quedaríamos entonces en  el tejido de las escamas y no sabríamos si es un bonito  o un tiburón.  O sea, no podríamos distinguir si se trata de un pez comestible e inofensivo o de una terrible fiera del mar. 

 Los fotógrafos utilizan lentes distintos para propósitos diferentes.  A veces juzgan necesario usar una lente “de cercamiento”; otras veces prefieren “lentes telescópicos” para alcanzar objetos muy lejanos.  Si un fotógrafo retratara el ombligo de una mujer hermosa y lo hiciera tan de cerca que pareciera un cráter de la luna, todo quedaría desvirtuado: desaparecería la belleza femenina, la sensualidad del vientre.  El atractivo ombligo de la mujer quedaría convertido en pliegue de montaña, en un agujero de mina abandonada.  Para el escritor es esencial tomar en cuenta la proximidad o lejanía de los objetos.  El lector los percibe a través de palabras que, a su vez, sugieren imágenes tridimensionales.

Escritores muy reflexivos han ido “derivando” hacia una “literatura efectista” que privilegia las malas palabras y la sexualidad explicita.  Son recursos de mercadeo, meras trampas de supervivencia de editores y literatos.  A menudo llevan a la frustración a los propios escritores; y, en todos los casos, contribuyen a la pérdida de la sensibilidad –artística y literaria- del público en general. Así como un ombligo mal enfocado conspira contra “la belleza natural” de las mujeres, el desbordamiento de improperios y malas palabras puede destruir el lenguaje ordinario y el de la literatura.

Las malas palabras acaban siendo interjecciones neutras, apagadas o poco decidoras.  La poderosa energía sexual que garantiza la perpetuación de la especie humana, que determina la personalidad de hombres y mujeres, que nos impulsa a realizar nuestras vocaciones individuales, no debería ser enfocada como escama de un pez desconocido.  El escritor ama la verdad; respeta la realidad; tanto el amor como la sexualidad.

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