A PLENO PULMÓN
Alquilar llaves maestras

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Se ha dicho mil veces que si un perro muerde a un hombre, “no es noticia”; en cambio, si un hombre muerde a un perro es una “noticiota” de primera clase, tal vez de primera plana, si “el mordedor” fuera un funcionario de alto rango.  No quiero sugerir que algún funcionario gubernamental “actúe como un perro rabioso”.  Creo, simplemente, que una persona conocida, importante o con gran notoriedad, podría añadir  “atractivo noticioso” a la mordedura. Sucesos infrecuentes, extraños, paradójicos, son buscados por los periodistas para “sazonar” pesadas páginas de noticias políticas, económicas, judiciales.

Pero algunas veces, asuntos sorprendentes, o rarísimos, llegan hasta el periodista de manera súbita, sin este haberlos buscado.  Me han contado la historia de un dominicano que emigró a Nueva York, donde estuvo relacionado con una banda de ladrones especialistas en abrir puertas.  Ninguna cerradura ordinaria presentaba obstáculos a este grupo.  Closets, arcones, portones lujosos, sencillos “lockers”, eran abiertos enseguida, con ayuda de “llaves maestras” y algunos “artificios de procedimiento”.  Ese dominicano regresó a Santo Domingo, temeroso de que la policía neoyorquina le echara el guante en cualquier momento.

Nuestro hombre quedó con un variado instrumental para abrir puertas y “ciertos conocimientos técnicos”, que prefirió no ejercer en su país natal, a la vista de sus amigos y familiares.  Se dedicó entonces al alquiler de llaves maestras.  El ladrón potencial le informaba de la marca y estilo de cerradura que se proponía abrir.  Él aconsejaba sobre la mejor manera de manipular la cerradura; y entregaba la llave maestra apropiada. Cobraba por adelantado la consulta y el alquiler de la llave; $500.00 por lo primero y $1,000.00 por lo segundo.  La llave debía ser devuelta al día siguiente del robo.

Durante algún tiempo todo funcionó bien.  El técnico cerrajero consiguió amplia clientela de ladrones primerizos. Cobraba sin sufrir los riesgos propios de “las operaciones nocturnas”; no tenía que “amanecer en la calle”, ni “acechar casas” para saber las costumbres de las “víctimas”.  Un día, un exitoso ladrón intentó “reproducir” la llave maestra para no pagar alquiler.  Fue donde un “experto metalmecánico” el cual, lamentablemente, tenía estrechas vinculaciones con la policía.  La investigación subsecuente alcanzó tanto al ladrón como al “Gran llavero de alquiler”.

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