A PLENO PULMÓN
Dios  asoma la cabeza

<STRONG>A PLENO PULMÓN</STRONG> <BR>Dios  asoma la cabeza

Para subir al cielo se necesita “una escalera grande y otra chiquita”, como afirma una vieja canción que todos hemos escuchado.  Las escaleras que apuntan hacia el cielo pretenden “alcanzar la divinidad”.  Pero siempre “falta algo” para llegar a la presencia del Ser Trascendente. La escalera pequeña significa ese algo que falta.  Después de extender las grandes escaleras de los bomberos, se requiere un poco más: la fe, para tener a Dios “a tiro  de piedra”.  Al mirar hacia abajo el autor de esa canción añade: “para bailar la bamba se necesita una poca de gracia y otra cosita”. Buscamos, permanentemente, aquello que no se ve.

 Con motivo de las noticias acerca del “acelerador europeo de partículas”, un español intuitivo y atrevido ha dicho: los científicos creen que fuera de la realidad no hay nada más.  La idea de Dios consiste, precisamente, en algo que esta fuera de la realidad y la sostiene o la impulsa.  Aristóteles planteó el enigma de concebir a Dios como “primer motor inmóvil”.  Algo situado fuera del incesante movimiento de astros, animales, protones y electrones.  Una representación muy antigua de Dios es la de un viejo con barba que nos contempla desde un palco cósmico.  También está fuera de este mundo.  El judaísmo, en cambio, es una religión que rechaza hacer imágenes de Dios.

 Los componentes del átomo son fuerzas electromagnéticas de diversos signos: negativas, positivas, neutras.  Parece que ciertas partículas tienen propiedades contradictorias: pueden actuar de maneras inesperadas y asumir roles físicos contrapuestos.  El concepto de átomo comenzó como noción de “lo indivisible”; luego logró partirse en electrones, protones, neutrones; mas adelante los físicos contemporáneos toparon con las “sub-partículas”, algunas de las cuales carecen de masa.  La ininteligible “partícula de Dios” ha surgido recientemente de la investigación acerca de lo infinitamente pequeño.

 La escalera chiquita debe conducirnos al cielo si se agrega a la escalera grande de la ciencia natural.  Los investigadores en cosmología, en intrincados problemas del genoma humano, suponen que encontrarán en algún momento las “huellas digitales” de Dios-padre; tal vez la clave que abra los “programas de computación” que empleó al crear el enredo infinito que es el universo.  ¿Dios aguarda escondido entre bosones o fotones?

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