Encampanar chichiguas significa subirlas hasta la altura de los campanarios. Se dice de algunas personas que hablan campanudamente, con elevación y solemnidad próximas a la homilía, pues suponen estar en alturas celestiales. Hay funcionarios públicos que caminan orondos como pavos reales. Ocurre así porque se sienten encampanados; o sea, por encima de los demás. Las campanas militares ascendieron a las iglesias y, desde allí, preñaron todos los idiomas con expresiones campanudas, campanales, campaniles, campanosas o acampanadas.
Las campanas se tocan de muchas maneras; pueden doblar a muerto o repicar gloria. Los niños dominicanos de los primeros grados escolares echaban a volar las campanas de alegría- cuando tenían oportunidad de encampanar una chichigua. Así era en mis años infantiles; no sé si todavía es igual. Ahora las chichiguas son importadas, están hechas de materiales plásticos, pueden tener forma de dragón o de cocodrilo. Las viejas chichiguas están en crisis. En algunos países las llaman cometas, barriletes. En la RD el nombre genérico de ese objeto volador de diversión infantil (OVDI) es chichigua.
Pero es oportuno apuntar que existen subgéneros de la chichigua: el bacalao, que es un barrilete más alto que ancho-, el cajón una estructura hueca en forma de paralelepípedo, dotada de alerones forrados de papel de vejiga-, el pico-bohío, hexagonal como la chichigua, pero provisto de una lanza o caña de embestir en la parte superior-, el capuchino perecedero, hecho de una simple hoja de papel. El proletario capuchino representaba el genero ínfimo en la escala social. Se doblaba en forma de cogulla de monje franciscano. A las chichiguas de gran tamaño las denominaban pájaros.
Construir una chichigua era un largo proceso que empezaba por la compra de pendones para hacer el armazón; amarrar con gangorra los extremos de las crucetas; preparar almidón grueso como pegamento; cubrir con papel el cuerpo de la chichigua y adornarla con flecos de colores; hacer una cola de tiras estrechas de tela desechada; cortar tamboriletes y anclarlos al soporte de la cola; medir la equidistancia triple del frenillo central al que se ataba el hilo para encampanarla. Cada tarea debía estar bien hecha; de lo contrario la chichigua podía sufrir de culebrilla o irse en banda.