A PLENO PULMÓN
Herencia intelectual

<STRONG data-src=https://hoy.com.do/wp-content/uploads/2013/01/9092D39F-D5BD-4307-A22B-552CAD8957E4.jpeg?x22434 decoding=async data-eio-rwidth=290 data-eio-rheight=390><noscript><img
style=

Pedro Francisco Bonó escribió en 1885 un ensayo acerca de los problemas dominico-haitianos.  Apareció en el periódico “El eco del pueblo”, en la ciudad de Santiago.  El referido escrito comienza así: “Nadie que yo sepa entre los dominicanos se ha propuesto investigar los intereses que están en juego en la conservación o destrucción de la República.  Absortos todos los ánimos en los asuntos domésticos, muy pocos se han parado a contemplar la situación geográfica de la isla, la posición de las naciones o colonias que la limitan o circundan, el comercio que sus mares surca, el poder, pretensiones o ambiciones de las potencias marítimas, cuyo peso influye con más o menos fuerza en los variados sesgos de nuestra política”.

 Como puede verse, lo primero que hace Bonó es “situarnos” en lo que ahora llamaríamos “un contexto geopolítico”.  A la manera de un politólogo contemporáneo, Bonó afirma: “Esta materia se relega por lo regular en los limbos de lo imaginario y utópico, cuando precisamente es de las más positivas y cercanas, y, aquella que más influencia ejerce en los giros variados que a cada instante damos a nuestras relaciones internacionales, y hasta a nuestras leyes orgánicas y de finanzas”.  Un poco más adelante, Bonó explica: “La República Dominicana sentada en medio del Mar Caribe, a la entrada del Golfo de México con un sinnúmero de bahías y puertos seguros, apostada en medio del camino por donde hace el tráfico de la América Central y Sur con la Europa…”.

Es una pena que las nuevas generaciones hayan perdido contacto con las personas que han pensado en los grandes problemas de la sociedad dominicana.  Ese lamentable hueco de la educación nos obliga a descubrir, con gran esfuerzo, lo que ya estaba descubierto, descrito y analizado.  Nos retrotrae de nuevo al punto de partida. 

 Bonó se dio cuenta, a fines del siglo XIX, que la RD había ensayado “todos los géneros de forma política, sin conseguir otro resultado que el de un despotismo puro, disfrazado bajo el manto de la democracia, y esta ambigüedad o duplicidad la ha mantenido desde su nacimiento, en un estado de debilidad siempre creciente… impotente para encontrar… los elementos que deben componer su nacionalidad.”

Publicaciones Relacionadas

Más leídas