A PLENO PULMÓN
Las palabras obesas

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Octavio Paz ha caracterizado el ensayo como una forma literaria “en movimiento” dirigida a “la exploración” y “al descubrimiento”.  Acerca de Ortega escribió: “Fue un verdadero ensayista, tal vez el más grande de nuestra lengua: es decir, fue maestro de un género que no tolera las simplificaciones de la sinopsis.  El ensayista tiene que ser diverso, penetrante, agudo, novedoso y dominar el arte difícil de los puntos suspensivos.  No agota su tema, no completa ni sistematiza: explora.  Si cede a la tentación de ser categórico, como tantas veces le ocurrió a Ortega y Gasset, debe introducir en lo que dice unas gotas de duda, una reserva.  La prosa del ensayo fluye viva, nunca en línea recta, equidistante siempre de los dos extremos  que sin cesar la acechan: el tratado y el aforismo.  Dos formas de  la congelación.”

En 1928 Ortega dictó en Buenos Aires cinco conferencias acerca de los cambios radicales que a veces experimentan las sociedades occidentales.  Esas conferencias han sido publicadas por el Fondo de Cultura Económica bajo el titulo “Meditación de nuestro tiempo”.  El libro contiene nueve conferencias de 1916 y cinco de 1928.  En una de ellas  Ortega sostiene que hay épocas de subversión total.  La gente no viste hoy como vestían antes nuestros padres; no tiene ya las mismas convicciones: políticas, religiosas; ni la misma tabla de valores morales o estéticos.  Creemos entonces que el pasado se ha “evaporado”, que las costumbres viejas han desaparecido.

En un pasaje de su conferencia Ortega subraya enfáticamente esas diferencias abismales entre juventud y madurez.  “El joven actual habita hoy su juventud con tal resolución y denuedo, con tal abandono y seguridad que parece existir sólo ella.  Le trae perfectamente sin cuidado lo que piensa de ella la madurez; es más: esta tiene a sus ojos un valor próximo a lo cómico”.

En otra conferencia Ortega afirma que existen “palabras obesas” con las cuales gastamos mucho tiempo para expresarnos.  El quería que hubiese “vocablos más delgados” que nos permitieran comunicarnos con mayor rapidez.  Un famoso verso de Neruda reza: “mis palabras se adelgazan a veces/ como las huellas de las gaviotas en las playas/.  Lamentablemente, circulan demasiadas palabras obesas y muy pocas delgadas.

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