A PLENO PULMÓN
Meditación duartiana

A PLENO PULMÓN <BR>Meditación duartiana

No es cómodo vivir en un país desordenado, donde no hay reglas fijas, no se cumplen las leyes, ni parece haber autoridades dispuestas a asumir “la responsabilidad de mandar”.  Si a esto añadimos las perspectivas de crecimiento económico, que no son halagadoras, y la inseguridad del ciudadano frente a una delincuencia sin contención, tendremos un panorama desalentador.  Por todo esto, jóvenes bien dotados y con formación académica prefieren emigrar a países mejor organizados económica e institucionalmente.  Otros jóvenes, desempleados y sin educación, optan también por abandonar la tierra donde nacieron. Se van en yolas, con riesgo de morir ahogados o despedazados por tiburones.

 Muchos de estos jóvenes regresan a la RD después de penosas experiencias que los llevan a prisiones de los EUA.  Vuelven deportados, con fichas de ex-convictos y toda la amargura que produce la frustración, el fracaso, la exclusión social. 

Vienen a engrosar las filas de dos ejércitos igualmente indeseables: el ejército de desocupados y el de maleantes.  En resumidas cuentas; ni los de arriba, ni los de abajo quieren vivir en la RD.  Por tanto, nadie hace ningún trabajo, presión o esfuerzo, por mejorar las “condiciones de vida” en la sociedad dominicana.  Los partidos políticos no despiertan, como ocurría en otros tiempos, el entusiasmo de la juventud.

 Habría que fundar, instalar y desarrollar, una empresa de promoción pública a favor de la RD.  En tiempos de Juan Pablo Duarte fue necesario crear una sociedad secreta: La Trinitaria; también un organismo de difusión de ideas: la Sociedad Dramática.  Duarte, como bien se sabe, obligó a los trinitarios a “capacitarse” con las lecciones del padre Gaspar Hernández; estableció una “escuela de líderes”, se interesó en que los miembros del grupo practicaran la esgrima.

 Quiere decir que La Filantrópica, las inversiones de Duarte para administrar recursos económicos, eran divisiones o departamentos de una sola empresa política: la sociedad dominicana. En 1838 nuestro territorio estaba ocupado por tropas extranjeras.  Eso facilitaba el trabajo de Duarte porque el enemigo era visible.  Ahora los “extranjeros” somos nosotros mismos.  Hemos dado la espalda a nuestro país.  Nos han convencido de que debemos abandonarlo,  que no podemos hacer nada para quedarnos a vivir en él… con algún bienestar y sosiego.

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