Se ha dicho que la mayor parte de los problemas humanos “no tolera reforma”; pero podemos coser sobre esos problemas “numerosos remiendos”. Cuando los conflictos son políticos o sociales, los actores en lucha recurren a exageraciones retóricas.
Dicen: “este asunto quedará resuelto de raíz”; “haremos una reforma completa de todo el sistema”. Unas veces se alude al sistema tributario, otras al sistema judicial o al régimen carcelario. Casi siempre son “palabras al viento”; sin embargo, esa clase de palabrería conserva su vigencia en todos los países; y en todos los países se llevan a la práctica “remiendos” institucionales, administrativos, económicos, etc.
A las casas privadas, a las aulas escolares, a las instalaciones industriales, se les hacen modificaciones, anexos o enmiendas al diseño original. Los periódicos, almacenes, empresas comerciales, pasan muchos años haciendo “remiendos” a cada uno de esos negocios.
Es posible que, tras veinte años de servicios, los propietarios construyan una nueva planta; en ese caso, la vieja se utilizará para otros fines distintos de los tradicionales. Será un último “remiendo” utilitario determinado por el éxito.
Nadie derrumba una instalación para edificarla de nuevo, arrancando otra vez desde el cero. Lo normal es el “remiendo”, la adaptación; se añade una pared, una ventana o una puerta.
No es necesario insistir en lo difícil que es ejecutar una “transformación radical” de cualquier tipo. No la abolición de la Monarquía Francesa o la Revolución Bolchevique. Me refiero a problemas como los aduanales, de tránsito urbano, de vigilancia fronteriza, de control de la delincuencia. Si un buen número de líderes empresariales, académicos, políticos, se dedicara a buscar “remiendos” adecuados a nuestros problemas específicos, los dominicanos podrían encontrar un camino de acción constructiva para “mejoras sociales”, alcanzables e inteligibles.
Con frecuencia oímos decir: “nuestros problemas no tienen solución”. Y de ahí se deriva una actitud mental desesperanzada, que justifica la inacción. Es preferible hacer un “remiendo” que no hacer nada. Lo que llamamos remiendo es un arreglo de emergencia que puede ir seguido de otro mejor, también provisional.
Las reformas, amplias y profundas, por las cuales propugnan algunos burócratas especializados, no existen aun. Son – por el momento – menos operativas que un “remiendo” consensuado. Todas las reformas son “tratamientos ortopédicos”.