A PLENO PULMÓN
Vacuna contra la piedad

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La vacuna contra la viruela fue aceptada rápidamente en todo el mundo; esta enfermedad causaba muchísimas muertes.  En algunos países de Europa las epidemias de viruela producían hasta 30,000 muertos.  Los que sobrevivían quedaban marcados para siempre con las cicatrices de las pústulas.  El control de la viruela dio prestigio a la vacunación.  Ahora suponemos que es posible vacunarnos contra cualquier enfermedad.  Esperamos que se elabore algún día una vacuna que nos libre del cáncer.  La medicina moderna consiguió con las vacunas un valiosísimo instrumento de prevención.  Las personas educadas en la piedad cristiana sufren al ver morir a los enfermos; y por eso aplauden las vacunas.

Sin embargo, en esta época terrible que nos ha tocado en suerte apiadarse de los demás puede conducirnos a la muerte; tal vez con más rapidez que la viruela en el siglo XVIII.  Bajar el vidrio de la ventana del automóvil para dar una limosna a un anciano es un riesgo al que nos expone la piedad.  Hace quince días el propietario de una yipeta, detenido en un semáforo, se apiadó de un mendigo; le extendió un billete de cincuenta pesos; acto seguido, dos hombres armados le obligaron abajar del vehículo; quedó a pie y sin cartera.  El pordiosero desapareció antes de que el piadoso automovilista comprendiera lo que le había pasado.

Una nueva triquiñuela reportada es colocar bajo una luminaria una mujer con un niño pequeño y otro en brazos.  La débil mujer inofensiva, afligida por la maternidad y la miseria, funciona como “disparador” de la piedad.  ¿Qué busca a esta hora de la noche una madre sin trabajo? ¿Habrán comido los dos niños?  Otras mujeres más afortunadas, en este momento, tienen sus hijos en la cama.  Cosas parecidas cruzan por las cabezas de hombres y mujeres.   Caen así en una trampa de piedad tendida por delincuentes.  La mujer y los niños son parte de un escenario doliente.

La industria farmacéutica no tardará en desarrollar una “vacuna” contra la piedad.  Encontraría amplio mercado en las ciudades de la RD.  Participación Ciudadana y la Secretaria de lo Interior, quizás recomienden su uso para “prevenir” asaltos por “inhibición del atracado potencial”.  ¿Qué opinarán las diferentes comunidades religiosas cristianas?

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