A PLENO PULMóN
Actores y observadores

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Se ha repetido muchísimas veces la frase del marqués de Pombal después del terremoto que  destruyó a Lisboa en 1755. -¿Qué haremos ahora? –Enterrar a los muertos y dar de comer a los vivos. El rey José I de Portugal, al ver los daños producidos por el terremoto, quedó profundamente deprimido. El marqués de Pombal reedificó a Lisboa y organizó el país bajo los criterios del “despotismo ilustrado”. Se le atribuye haber iniciado los estudios rigurosos de sismología; y también la supresión legal de la distinción entre cristiano-nuevos y cristiano-viejos. ¿Qué ocurrirá en Haití cuando hayan dado de comer a los sobrevivientes y enterrado a los muertos?

Además de muertos y vivos, en Haití hay heridos y enfermos, desplazados sin hogar, niños desamparados, millones de desempleados. El país está ocupado militarmente por tropas de la ONU. Los EUA han enviado soldados que no forman parte de la MINUSTAH; han organizado el envío de auxilios médicos, alimenticios, de construcción, saneamiento, transporte. El Presidente Obama ha “encargado” a dos expresidentes norteamericanos de supervisar las operaciones de emergencia en Haití. La “comunidad internacional” intenta desde hace tiempo revitalizar la economía haitiana.

Los norteamericanos creyeron que la disolución del ejército en el vecino país conduciría a la desaparición de las dictaduras y al advenimiento de la democracia. En realidad sólo se logró incrementar el desorden y la delincuencia. Ni con Cedrás, ni con Aristide el pueblo haitiano consiguió salir de la postración. En  sucesivas acciones fracasadas, los EUA repusieron a Aristide, le derrocaron, le exiliaron. ¿En cuales actividades  económicas podría desarrollarse Haití? ¿Zonas francas? ¿Artesanías? ¿Agricultura?¿Industria liviana? ¿Los recursos humanos para administrar esa posible recuperación, de dónde procederán? ¿Los fondos de inversión, como fluirán hacia un país devastado?

La única nación del mundo que tiene fronteras con Haití es la RD. La ayuda más rápida y efectiva que recibieron en Puerto Príncipe después de la tragedia llegó de RD. Nuestro papel no debe ser igual al de un “observador internacional” brasileño, norteamericano o europeo. Todo lo que ha ocurrido en Haití en los últimos 300 años ha repercutido sobre la parte Este de la isla. Las consecuencias del cataclismo nos afectarán de muchos modos. Debemos, pues, ser actores; no observadores pasivos.

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