A PLENO PULMÓN
Agravar sin resolver

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Hubo una época en que los estudiantes dominicanos disfrutaron de excelentes maestros: capaces, bien informados, con vocación para enseñar.  Ellos transmitían conocimientos básicos a sus discípulos, lo mismo alrededor de la historia dominicana que de otras historias, en otros continentes.  Todavía hay buenos profesores en la RD, entregados por entero a sus tareas pedagógicas.  Desgraciadamente, no son tan numerosos como lo requiere el crecimiento de la población  estudiantil.  Parece que en la carrera de educación  ya no se inscriben tantos jóvenes como antes.

Esa formación servía entonces como “punto de referencia” para entender y juzgar sobre asuntos colectivos, propios o cercanos.  Ahora ocurre que algunos jóvenes, a los 25 años, empiezan a conocer “el hilo en bollitos”, esto es, las cuestiones elementales.  El maestro hacía entrever al alumno lo que éste no había vivido ni sabía enteramente.  Lo preparaba para que descubriera, por su propia cuenta, lo que faltaba.  Estas carencias son especialmente dramáticas en el campo de la historia política y social.

Cada vez que una gran potencia interviene militarmente en un país pequeño, con la finalidad de “enderezar los asuntos internos”, ese país, con toda seguridad, empeora política y socialmente, aun en el caso de que mejore “administrativamente”.  No importa si se trata de Iraq o Afganistán, Chipre o Ruanda, Haití o La RD.  Rwanda y Burundi se separaron en los años 1962-1964.  Enseguida comenzó la guerra entre “hutus” y “tutsis”.  En 1965 se disolvió el parlamento, se instauró la monarquía absoluta y ocurrieron dos golpes de Estado.  En el año 1994 un candidato “hutu” fue elegido presidente y asesinado tres días después.  Ese mismo año, los presidentes de Rwanda y de Burundi murieron juntos en el aeropuerto de Rwanda al ser abatidos a tiros el avión oficial.

Los políticos de los grandes países no tienen necesidad de conocer la historia, ni las particularidades culturales de los países que invaden, “manipulan”, intervienen, “apadrinan” o “protegen”.  Dice un viejo refrán: la cucaracha nunca tiene razón contra la gallina.  La fuerza basta.  Por eso “meten la pata y mueven el muslo”.  Muchos años después de los desaguisados, algún profesor con barbas explica a los políticos que cometieron errores garrafales. Que agravaron todo sin resolver nada.

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