A PLENO PULMON
Al Capone: economista

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El 17 de octubre de 1931 Cornelius Vanderbilt Jr. entrevistó al “gangster” Al Capone.  Los Estados Unidos estaban entonces atascados por la depresión económica que comenzó en 1929.  Ese año murió Thorstein Veblen, economista norteamericano de origen noruego, autor del celebrado libro “Teoría de la clase ociosa”. Vanderbilt realizó la entrevista para la revista “Liberty”.  Capone era en ese momento procesado por evasión de impuestos.   Finalmente, fue sentenciado a once años de prisión.

Veblen apostó en la bolsa, precisamente, en 1929.  Su extraordinaria perspicacia de antropólogo no le sirvió para olfatear la crisis que se avecinaba.  Veblen perdió dinero y murió.  Capone le dijo a Vanderbilt: “El mundo se ha capitalizado a base de papel.  Cada vez que alguien tenía una idea nueva, ampliaba el capital, asignando para si cierta cantidad de pasta y a sus accionistas cierta cantidad de papeles.  Alguien descubrió que era rentable disponer de una fábrica de rumores”…“El mundo se había vuelto loco.  Se produjeron fusiones.  Cuanta mayor facilidad mostraba alguien para transformar el papel en dinero, mayores iban haciéndose sus opciones a la vicepresidencia.  Muchos jóvenes que deberían estar entre rejas por robar papel accedieron al mundo de la prosperidad de la noche a la mañana”.

 Capone explicó cómo llegó el día en que un banco “se vino abajo”.  Contó al periodista por qué decidió meterse en actividades ilícitas.  Lo dijo, pormenorizadamente, a un miembro de una familia acaudalada, criado en Newport, Connecticut, donde estaban las residencias lujosas de “la clase ociosa” estudiada por Veblen.   Era la época que llaman de los “Grandes magnates ladrones”. John Kenneth Galbraith califica a los ricos de Newport de “breakers”, esto es, infractores.

La ley seca estuvo vigente hasta 1950. En aquella época estaba prohibida la comercialización de bebidas alcohólicas.  El whisky era, en 1931, una tentadora oportunidad de negocios.  Con régimen parecido al de las drogas narcóticas actualmente.  Si prohibimos la venta de naranjas, las naranjas, seguramente, subirán de precio.  Se crearía así un vigoroso mercado negro.  Capone confesó: “hasta que me metí en este negocio nunca imaginé cuantos sinvergüenzas con trajes caros y… acento amanerado iba a encontrarme”.  ¿Ben Bernanke no incluyó estas opiniones en su tesis sobre la crisis de 1929?

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