A PLENO PULMÓN
Almas destartaladas

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Los lectores habituales de periódicos han visto montones de veces que en México ocurren asesinatos colectivos todos los días.  Matan siete, catorce, veinte y cuatro; pistoleros al servicio de narcotraficantes “ultiman” familias enteras durante una fiesta de cumpleaños.  Ciudad Juárez está considerada la población más peligrosa del mundo.  Según estadísticas recientes, unos 200 homicidios “por cada cien mil habitantes” tienen lugar en Juárez.  Los periodistas extranjeros no desean trabajar allí. Ningún mexicano quiere ser policía en Juárez, en Tijuana y otros lugares donde la violencia crece sin contención.

Juárez, por supuesto, es “un extremo”.   La proximidad con el codiciado mercado de drogas de los EUA recrudece las luchas entre narcotraficantes por el control del comercio fronterizo.  Pero el mundo entero está “sacudido” por problemas de criminalidad, drogadicción, sexualidad pervertida.  La falta de “reglas sociales de convivencia” es visible en todas partes.  El “aflojamiento” de las normas individuales de conducta es universal; “global”, si se prefiere.  No hay más que hacer un “repaso noticioso” para comprobar el severo “deterioro psíquico” que aqueja a las sociedades de hoy.

En el municipio de Sabaneta, en Santiago Rodríguez, Nicio Gómez mató a Sabino Valerio, a quien disparó con su arma de fuego.  La policía informó que Valerio pidió a Gómez un préstamo de 100 pesos; Gómez entregó un billete de mil para “que tomara lo solicitado” y devolviera el resto.  Valerio decidió quedarse con todo el dinero.  Entonces el dueño del billete, indignado, exigió la devolución de los 900 pesos: y resolvió cobrar a tiros.  En el centro correccional La Isleta, en Moca, un recluso llamado Campos Lizardo, de 24 años, estranguló la mujer que había parido a su hijo.  Era una joven de 20 años con la cual se reunió en una “celda conyugal”. Esta institución penal “moderna”, paradójicamente, brindó al delincuente “internado” la oportunidad de cometer un crimen.

En Andrés, Boca Chica, existe un barrio denominado Los Botaos donde las agresiones de los delincuentes han llegado al “extremo” de que “familias completas han abandonado sus casas”.  Un informante periodístico afirma que “por amenazas de los vándalos ha tenido que salir del país”.  Los Botaos es un pequeño barrio aterrorizado por almas “destartaladas”. Una Ciudad Juárez en embrión.

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