–Malone, el conductor del camión de reparto dijo a nuestros policías que el Morris de Alone estaba estacionado al borde del camino, a la salida de una curva; lo pudo ver en el último minuto.  No parece una excusa de chofer descuidado.  –Coronel, la compañía de seguros pagará todo.  Logré alquilar la casa de Alone a los propietarios de la farmacia.  La ofrecerán a los visitantes extranjeros para que disminuyan sus gastos de alojamiento.  De modo que yo beneficiaré de la plusvalía de un inmueble bien situado; también tendré una renta fija y un contrato de mantenimiento mientras dure el uso de la casa. 

–Por lo menos, los problemas legales y económicos se están resolviendo.  El sargento Miller le entregará una copia del expediente del caso de su hija. –Si, así es; ahora quiero conocer al periodista dominicano; fue él la última persona que vio viva a mi hija.  Ayer fui a revisar el automóvil de Alone a un almacén de desechos; está calificado “pérdida total”.  Miré dentro; vi asomar un papel debajo de la alfombrilla; lo halé; era un escrito a mano.  Léalo, coronel. 

“Montego Bay, Jamaica.  Mí apreciado amigo: Iré a verle a Santo Domingo tan pronto pueda.  Me apresuro a escribir esta nota para que sepa lo bien que me siento después de haberle conocido.

No diré que se repetirá el caso de mi padre cuando viajó a su país a buscar a mi madre.  Ya le conté esta tarde que una vez oí a mis padres hablar de la travesía en goleta en la que se conocieron.   Ellos no sabían que yo estaba escuchándolos.

Uniendo trozos de su conversación saqué en limpio que habían estado juntos en un camarote desocupado.  La vida los juntó; yo nací de ellos.  Todos estamos hechos de sales y agua….”

–Como verá usted, coronel, hay al final un largo rayón del bolígrafo.  Está claro que ella se detuvo en la carretera a escribir; parece que el impacto de la colisión acabó con todo.  Fue una casualidad que yo me fijara en un papel dentro de un coche desecho.  –Malone, siento mucho lo que ha ocurrido; sé que Alone era su única hija y que es viudo.